Al hacer el corte de cuentas sobre la ofensiva que se lanzó el año pasado contra las llamadas “ollas del narcotráfico”, el balance que presentan el Gobierno y la Policía es positivo.
Las estadísticas indican que hubo más de 3.700 capturas y se desmantelaron 94 bandas delincuenciales que operaban en estos sectores de muchas ciudades y municipios que con el pasar de los años terminaron convertidos en nichos delincuenciales y de drogadicción. A lo largo de los últimos meses se realizaron más de 570 allanamientos, más de 200 armas fueron decomisadas y, un dato que sorprende y también pone en evidencia el peligro que implican estas ‘ollas’, se incautaron un millón 325 mil dosis de droga. Se pone así de presente, entonces, que se trata de verdaderas ‘fábricas de vicio’ que nunca se debieron dejar prosperar y menos que se fueran ‘afincando’ en la forma en que lo hicieron, a tal punto que para la entrada de las autoridades era necesario implementar operativos a gran escala, no pocas veces en compañía de equipos especializados de la Policía y el Ejército.
Uno de los flancos más importantes de este plan para acabar con las ‘ollas’ es, precisamente, erradicarlas de raíz ¿Cómo? Pues no sólo con los golpes de mano a las bandas que ‘dominaban’ esos sectores, sino garantizando la presencia policial por largo tiempo, de forma que evite que las organizaciones criminales se vuelvan a asentar en esos lugares a los pocos meses. De allí la importancia de que 265 bienes hayan pasado a procesos de extinción de dominio.
Inicialmente se señaló como blanco a 75 ‘ollas’, 25 de las cuales serían atacadas en la primera fase, 29 en la segunda y las restantes en la tercera.
Lo importante es evitar también que estas “fábricas del crimen”, como las calificó el Presidente de la República, no resurjan, ni en los sitios en donde venían funcionando como tampoco en otros sectores. En Bogotá, por ejemplo, la intervención en el Bronx, uno de los sitios más neurálgicos de la ciudad, ha sido positiva, pero hay alertas en otros sectores del centro de la ciudad debido a la migración de drogadictos, habitantes de la calle y algunos rezagos de los llamados “ganchos”, como se denomina a las bandas que en la “olla” manejaban desde el microtráfico, tráfico de armas, robo de celulares, apuestas ilegales, y otros delitos graves y de alto impacto.
De igual forma, tras la intervención policial, debe venir una acción social para recuperar la población que allí habitaba, ofreciéndole programas de apoyo económico, sicológico y reinserción a la vida productiva. Si este segundo paso se obvia, todo lo que se haga en el primero tendrá un efecto que se perderá en poco tiempo.