La lámpara de Chávez | El Nuevo Siglo
Lunes, 4 de Febrero de 2013

El gobierno del comandante Hugo Chávez ha manejado el petróleo y las regalías, a capricho. El comandante dice: el petróleo es del pueblo venezolano, que en ejercicio de su independencia y soberanía puede disponer de su riqueza. Chávez, encontró el petróleo de propiedad de los venezolanos, en cuanto en el gobierno de Carlos Andrés Pérez, lo compró a las empresas multinacionales que explotaban petróleo en ese país, suma que pagó de contado. Lo que hizo Chávez fue convertir a PDVSA en la lámpara de Aladino. Todos los caprichos del gobernante se debían financiar frotándola. Queremos convertirnos en el más poderoso país de la región, con más misiles, más vehículos blindados, más aviones de combates, más fusiles y ametralladoras. Bastaba frotar la lámpara y aparecían los miles y millones de millones que se necesitaban. Cuando se trató de ganar elecciones, había que hacer regalos a una clientela esquiva, pues a frotar la lámpara. Y se quería ganar aliados en terceros países, pues para eso estaba la lámpara de Chávez. Y es preciso reconocerlo la generosidad-populista del comandante llegó al extremo de regalar petróleo a varios países, lo mismo que a la población de origen africano de Nueva York. Y algunos fondos se invirtieron en mantener el estamento castrense satisfecho, como en salud, educación. Sin que su fuerte fuese el de las obras públicas, aspecto en el que se produjo un gran deterioro y retroceso.
Al mismo tiempo en torno de los largos años de gobierno del comandante Chávez fue creciendo una verdadera corte de gentes que seguían a su jefe y benefactor. Siendo un gobernante elegido por las mayorías populares, el sistema derivó en el personalismo a la manera de las monarquías absolutistas del siglo XVIII. Y como en el viejo régimen absolutista todo dependía de la voluntad del monarca, ahora comandante, que podía nombrar o quitar ministros a su antojo, elevar a los altos mandos a los oficiales de su entorno. Aquí no se trató de la dictadura del proletariado, sino de la dictadura del dueño del petróleo. Lo que semeja más a Chávez con un jeque árabe, que con el comandante Fidel Castro, experto en domesticar famélicos. Solía rotar o destituir a los que le incomodaban, lo mismo que utilizaba las milicias del partido para apoyar, provocar o combatir a sus émulos dentro del partido. Y, por supuesto, hostilizar a la oposición. Milicias que, también, dependían de su generosa repartición de los dineros de las regalías. Y no cabe la menor duda; Chávez se convirtió en uno de los políticos mas poderosos del planeta, al que le bastaba frotar la lamparita para conseguir fondos que repartía entre los políticos de la región y de otros continentes para llevarlos al poder.
Y en estos momentos en los que el comandante yace en el mutismo y el misterio en Cuba, prisionero de sus quebrantos, los informes sobre lo que parecía la inagotable lamparita, principian a inquietar a sus seguidores en el poder. La situación económica se complica día a día. El último balance de PDVSA muestra que la maquinaria absolutista de poder no cuenta con los fondos de antaño. Las ventas de crudo a terceros países han comprometido la producción de varios años, como es el caso de los negocios con China. La deuda financiera de la empresa es de US$ 40.026.000.000, “la deuda financiera consolidada apenas tiene en cuenta el endeudamiento con instituciones financieras, emisiones de deuda y los arrendamientos financieros; faltan otros cuantiosos pasivos: como: cuentas por pagar a proveedores, impuesto sobre la renta que se deben, beneficios a empleados y otros beneficios post-retiro, acumulaciones y otros pasivos, intereses por pagar y provisiones; así como también, los saldos relacionados con las actividades del Fondo Simón Bolívar para la Reconstrucción y ciertos documentos de pagos con entidades y organismos gubernamentales de la República Bolivariana de Venezuela, el Banco Central de Venezuela (BCV) y con organismos e instituciones no financieras”.
El resumen del descalabro de la otrora más poderosa empresa petrolera de Hispanoamérica demuestra que la situación que heredan los hombres del comandante en Venezuela es en extremo delicada y riesgosa. Ellos no pueden abandonar a su suerte a los amigos de Cuba ni a los regímenes que sostienen con su petróleo, ni dejar el populismo asistencialista en lo interior, ni hacer recortes, tomar medidas de ajuste y monetarias ad portas de unas elecciones. Y dependen, como el resto de países petroleros del mercado internacional y la fluctuación de los precios del crudo, que suele ser cíclica. El comandante Chávez tuvo la suerte de contar con los mejores precios del crudo de la historia. ¿Tendrán la misma fortuna sus sucesores, para seguir frotando la lámpara que colme los deseos del populismo delirante?