La equidad y la educación: el norte
El estilo “uribista” en la posesión de Santos
Durante el acto de investidura, amparado por la estatua de Rafael Núñez, con la participación de más de 2.000 personas, la plenaria del Congreso y de las altas cortes, el presidente de la República, Juan Manuel Santos, señaló la necesidad de un nuevo pacto social para el país y sus derroteros a seguir en el próximo cuatrienio: paz, equidad y educación.
En medio de una prolongada salva de aplausos exaltó la labor de las Fuerzas Militares y de Policía y de modo categórico expresó que, con las guerrillas desmovilizadas o sin ellas, el país terminará de dar, para siempre, un salto al desarrollo con equidad social, donde los colombianos puedan reencontrarse y mostrarse como la nación pacífica, educada y solidaria, en que las brechas sociales y la desigualdad se hayan disminuido considerablemente. En una década, dijo, Colombia, ciertamente, tendrá que ser la patria con mayor y mejor educación de la región.
Puso de ejemplo la disciplina y el pundonor de los deportistas colombianos en fútbol, ciclismo y atletismo, mostrándolos como el ejemplo a seguir por el colectivo político y económico, puesto que ellos son la demostración fehaciente de que existe la raza, el empuje y el rigor suficiente en el país para concretar cualquier meta que se proponga.
Ya no es el tiempo, señaló, del “cómo voy yo, sino cómo vamos todos los colombianos”. Tal fue su referencia, un poco al estilo kennedyano, de no pedir qué puede hacer el país por usted sino qué puede hacer usted por el país.
La ceremonia, bajo los cánones constitucionales, se dio también dentro de los estrictos parámetros reglamentarios del Congreso. No podía faltar, en ese escenario, el estilo “uribista” de llamar la atención, enrareciendo el ambiente. En ese propósito, fieles al humor de marras, la bancada contestó a lista, cumpliendo el formalismo, pero de inmediato se retiró, sufragando de antemano el emolumento de la sesión, y dejando una constancia desestimable. Que por supuesto no vale sino por aquello de prestar oídos sordos a los malos perdedores. Total no es la minoría la que va a señalar la elegancia y el decoro que también exige la actividad parlamentaria.
Santos, por su parte, enfatizó una y otra vez sobre la necesidad de la unidad, entendido el punto de inflexión hacia el desarrollo con justicia social en que se encuentra Colombia y que por descontado requiere aunar la mayor cantidad de voluntades posible y de entereza nacional.
En cuanto a la paz advirtió, concretamente, a las Farc y al Eln, que recurrir al terrorismo como prólogo de ella resulta contradictorio e inentendible. Confirmó, en medio de los aplausos, que se trata de poner fin al conflicto armado y que, si ese es el propósito, son los hechos de paz los que deben preponderar sobre los actos guerreristas. Nadie, desde luego, puede comprender que mientras se pide, de un lado, en las conversaciones en La Habana, inversiones sociales, de otro lado se atente contra acueductos, los recursos hídricos y la infraestructura del país. Y dejó en claro que tampoco se puede pretender la paz atentando, en la ruta, contra la población civil. De este modo, fue enfático en que no está dispuesto a una paz a cualquier precio y que no se trata de un dialoguismo inane y bárbaro, sino de la dejación de armas, de una vez por todas. Reiteró, a su vez, que la paciencia de los colombianos no es eterna.
Para hacer la paz, ciertamente, se necesitan dos. Cualquiera que falle habrá archivado la última oportunidad a una salida política negociada.
En el transcurso de su exposición el Presidente habló de varios de los resultados de su primer cuatrienio, arguyendo que espera profundizar en los dos elementos sustanciales de la Tercera Vía: la equidad y la educación. Afirmó, claro está, que mantendrá la ruta inquebrantable hacia mayores tasas de ocupación. Si en los primeros cuatro años se lograron dos millones de empleos de calidad, en los segundos producirá un monto similar. En el mismo sentido prometió duplicar el programa de vivienda gratuita, lo mismo que terminar la infraestructura vial, sobre la que ya puso las bases jurídicas.
A no dudarlo, se inicia un cuatrienio definitivo para Colombia. Se trata de lograr la paz tan esquiva en décadas y sin nada por tantos fracasos. Es en lo que Santos se ha comprometido. Nada más, pero nada menos.