La guerra y el cainismo | El Nuevo Siglo
Viernes, 15 de Abril de 2022

* Reflexiones del Papa Francisco

* Mundo y la enfermedad del odio

 

 

Las celebraciones de Semana Santa no solo son la ocasión para vivir de manera más intensa la riqueza doctrinaria y espiritual de la religión católica, apostólica y romana, sino que les permite a los líderes de la Iglesia hacer profundas reflexiones sobre las crisis y urgencias de la humanidad.

Tras dos años de restricciones en la conmemoración tradicional de la Semana Mayor de los católicos, debido al impacto de la pandemia, en esta ocasión el fervor religioso se ha vuelto a expresar de manera masiva, sobre todo en la asistencia a los templos, procesiones y demás ritos.

Desde el inicio de la preparación cuaresmal el papa Francisco ha emitido profundos mensajes sobre las problemáticas mundiales más graves. De hecho, en los actos litúrgicos del Domingo de Ramos, así como del Jueves y Viernes santos, el Pontífice recalcó sobre la tragedia de la guerra en Ucrania, los conflictos olvidados en otras latitudes, la falta de solidaridad global con los que sufren y la necesidad de entender que todos compartimos un solo destino como habitantes del planeta Tierra.

Pero no fueron solo los pronunciamientos en medio de las celebraciones santas los que impactaron al mundo. En entrevista a la periodista Lorena Bianchetti, de la cadena pública de la televisión italiana Rai1, el máximo jerarca de la Iglesia Católica habló de manera frontal sobre estos y otros temas de primera importancia.

“En este momento, en Europa, esta guerra nos golpea mucho. Pero miremos un poco más allá. El mundo está en guerra, el mundo está en guerra. Siria, Yemen, y luego piensa en los rohinyás, expulsados, sin patria. En todas partes hay guerra. El genocidio de Ruanda hace 25 años. Porque el mundo ha elegido -es duro decirlo- pero ha elegido el patrón de Caín y la guerra es implementar el cainismo, es decir, matar al hermano”, advirtió el cardenal argentino.

Preguntado sobre cómo encontrar formas de mediación y diálogo con los opresores, el Papa señaló que “… con las personas que están enfermas, que tienen esta enfermedad del odio, se habla, se dialoga, y Jesús dialogaba con muchos pecadores, incluso hasta con Judas al final como ‘amigo’, siempre con ternura, porque todos tenemos siempre -con el Espíritu del Señor que Él ha sembrado en nosotros- algo bueno”.

En otro de los apartes de la citada entrevista, a propósito de preguntas sobre la tragedia ucraniana y el rol valiente de las mujeres en medio de la barbarie bélica, el Pontífice hizo una profunda reflexión sobre el papel de ellas en la humanidad y a la hora de enfrentar las más graves circunstancias. “… Las mujeres están en la encrucijada de las mayores fatalidades, están ahí, son fuertes…”, expresó. El Papa denunció que la explotación y violencia contra las mujeres “es el pan nuestro de cada día”. Sin embargo, recalcó que “… las mujeres son la reserva de la humanidad”

En cuanto al drama de los refugiados y desplazados, el máximo jerarca de la Iglesia Católica también hizo un crudo diagnóstico: “Se subdivide a los refugiados. De primera clase, de segunda clase, del color de la piel, (si) vienen de un país desarrollado (o de) uno no desarrollado. Nosotros somos racistas, somos racistas. Y esto es malo. El problema de los refugiados es un problema que también sufrió Jesús, porque fue emigrante y refugiado en Egipto cuando era niño, para escapar de la muerte. ¡Cuántos de ellos sufren para escapar de la muerte!... En la cruz están los pueblos de los países de África en guerra, de Oriente Medio en guerra, de América Latina en guerra, de Asia en guerra. Hace algunos años dije que estábamos viviendo la tercera guerra mundial en pedazos. Pero no hemos aprendido”.

No menos impactante fue la reflexión papal sobre el armamentismo: “Entiendo a los gobernantes que compran armas, los entiendo. No los justifico, pero los entiendo. Porque tenemos que defendernos, porque (es) el esquema cainita de la guerra. Si fuera un modelo de paz, esto no sería necesario. Pero vivimos con este esquema demoníaco, (que dice) que nos matemos unos a otros en aras del poder, en aras de la seguridad, en aras de muchas cosas. Pero pienso en las guerras ocultas, que nadie ve, que están lejos de nosotros. Muchas. ¿Para qué? ¿Para explotar? Hemos olvidado el lenguaje de la paz, lo hemos olvidado. Se habla de paz. Las Naciones Unidas han hecho de todo, pero no han tenido éxito…”.

Profundas palabras del Pontífice. Profundas palabras que buscan impactar no solo al catolicismo sino a toda la humanidad que, lamentablemente, cada día pareciera ser más indolente ante el sufrimiento del otro, presa de los pleitos del poder y guiada por una mundanidad extrema. Un ruego a la movilización de los espíritus para desterrar la tragedia de la guerra, la insolidaridad en todas sus formas y móviles, así como la inhumanidad que significa la tendencia a acabar con el prójimo. Pero también hizo un llamado. El Papa pide a todos recuperar el lenguaje de la paz y no perder la esperanza en un futuro mejor.