* El Acuerdo sobre lo Fundamental
* Campaña entra en la recta final
Es difícil predecir quién va a ser el triunfador en la Alcaldía de Bogotá, pero evidentemente comienza a desprenderse Gustavo Petro en las últimas encuestas. Lo que demuestra eventualmente que la gente ha perdido el temor y que el proceso de paz que se hizo con el M-19 está definitivamente consolidado. Es prematuro, desde luego, asegurar que Petro tiene la victoria de antemano, pero ya con el solo desarrollo de la campaña es posible dictaminar que en Colombia se han producido en su dimensión fenómenos similares a los de Brasil y Uruguay en cuanto a guerrilleros desmovilizados e indultados.
Más o menos se sabría cómo se desarrollaría una alcaldía de Enrique Peñalosa, entendido que desenvolvería el modelo conocido de antemano. Resulta un poco más incierto cómo serían las administraciones de Petro o de Gina Parody. Se podría presumir, en el caso de Parody, que trataría de reinventar la pedagogía de Antanas Mockus y para eso habría que esperar que el ex alcalde y ella misma retomaran los juegos citadinos que en su momento tuvieron simbología en los zancos y las cebras.
Por su parte, una alcaldía de Gustavo Petro podría entenderse diferente a las ejercidas hasta ahora por el Polo Democrático en cabeza de Luis Eduardo Garzón y Samuel Moreno. Precisamente no es solo contra la corrupción que Petro se ha manifestado, sino que particularmente ha propuesto lo que ha llamado un Acuerdo sobre lo Fundamental. En tal sentido, pareciera que va a concitar y convocar a las fuerzas vivas de la ciudad en torno de cinco o seis puntos básicos, que serían el eje de su administración y los elementos sustanciales de su Plan de Desarrollo. De acuerdo con ello, parece entender Petro que no las tiene todas consigo y lejos de asumir una actitud sectaria tiene la tendencia a encontrar soporte en diversas fuerzas, algunas de las cuales ya han adherido a él, como mockusistas en cabeza de Paul Bromberg, o liberales en cabeza de Eduardo Sarmiento. Se sabe, por igual, que tiene conservadores de base con él, y en tal sentido pretendería mantener su administración en una especie de centro democrático.
El hecho, en todo caso, es que tanto Peñalosa como Parody parecen abiertamente determinados por sus coaliciones. Peñalosa, ciertamente, es candidato Verde, pero sin duda prepondera la fuerza del uribismo en su campaña y más parece precisamente un candidato del ex presidente Álvaro Uribe. Pese a que ha intentado tomar cierta distancia, el hecho no obstante es que la ciudad lo percibe de este modo y seguramente gobernará con el llamado uribismo, que no en vano se está dando el lapo de una candidatura que tampoco termina de ser suya. Por su parte, la administración de Parody sería con mockusistas y algunos cuadros de su campaña, por supuesto con Antanas de jefe de la orquesta, como puede serlo Uribe de Peñalosa. Petro, en tanto, no ha caído en ese tipo de alianzas, lo que paradójicamente le ha dado más fuerzas tanto en cuanto lo dejan avizorar como persona autónoma, de peso específico propio. Aún está por verse, como se dijo, en qué punto del espectro político se enfocaría para adelantar su administración, cuyo lema hasta ahora parecería aglutinar los denominados progresistas. En tal sentido, las administraciones de Peñalosa y Parody parecen puntos de llegada, mientras que la de Petro parece punto de partida.
En todo caso, lo que hoy se vislumbra es por completo diferente a lo que pudo pensarse hace un año, incluso hace un semestre. La campaña ha dado un completo viraje, siendo, como siempre lo ha sido, Bogotá impredecible. Lo que sí es a todas luces demostrable es que el Polo Democrático quedó sumido en el sótano y que le será muy difícil levantarse hacia el futuro. Después de tantos ires y venires es finalmente Petro quien encabeza la mayoría de los sondeos, es decir, que la ciudadanía parece premiarle el hecho de haberse declarado en disidencia para denunciar la corrupción, a riesgo de quedarse sin espacio o de abrir el que evidentemente abrió.