* Colombia enfrenta la semana más crítica
* Autocuidado estricto, fórmula salvavidas
El país está atravesando por la etapa más crítica de la pandemia. El promedio de contagios diarios y el hecho de que llevemos varios días con muertes por encima de las 400 por jornada ponen de presente que hoy más que nunca es vital la aplicación estricta de los protocolos de bioseguridad. Sin embargo, lo que se ve en las calles así como en otros espacios públicos, sitios de trabajo y al interior de los propios hogares alarma. El uso del tapabocas, el distanciamiento social y el lavado de manos permanente, como reglas básicas para disminuir el riesgo de infección, se han ido relajando peligrosamente.
De hecho, lo que están demostrando los estudios de seroprevalencia es que las reuniones de dos o más núcleos familiares se han convertido en un foco de contagio muy marcado, incluso por encima de aquellos casos en que un integrante del hogar sale a la calle, se infecta y al regresar transmite el virus a los demás.
El viernes pasado el Presidente de la República llamó la atención en torno a la advertencia lanzada por la Organización Mundial de la Salud y la Organización Panamericana de la Salud sobre el riesgo de que esta semana se registre una “ebullición de casos de covid-19”. De hecho, algunos epidemiólogos han alertado que pese a que varias regiones, como Atlántico y Antioquia, entre otras, llevan varias semanas en “pico”, no se ve que la curva haya empezado a bajar de forma sustancial, lo que sin duda constituye un campanazo para ciudades como Bogotá y otras zonas del centro del país, que apenas estarían entrando en la fase más crítica de esta tercera ola pandémica. Ello bien podría implicar que no solo estamos ante un “pico” de contagios y decesos muy alto, sino más extendido en el tiempo.
Si bien es cierto que desde mediados de febrero Colombia viene desarrollando una intensa campaña de vacunación, todavía se está lejos de llegar a los 35 millones de inoculados, que se supone es cuando arranca la “inmunidad de rebaño”, es decir cuando la velocidad de contagio se reduce de forma sustancial y acaba el estado de emergencia. La semana pasada se arribó a los cuatro millones de dosis aplicadas y se espera llegar a los cinco en la primera de mayo. Aunque en los últimos días se bajó el ritmo de administración del biológico, desde este fin de semana empezaron a arribar nuevos lotes de vacunas que permitirán retomar el cronograma y acelerarlo lenta pero sostenidamente.
Así las cosas, pese a las cuarentenas, toques de queda, ‘pico y cédula’ y otras restricciones implementadas en las últimas semanas en distintas ciudades y departamentos, la amenaza de la pandemia no solo se mantiene sino que ahora es más grave, tanto por la presencia de las cepas brasileña y británica en nuestro país, como porque la curva de contagios de las últimas cuatro semanas aumentó sustancialmente la ocupación de las Unidades de Cuidado Intensivo (UCI), con promedios entre el 80 y 90 por ciento, aunque en algunas ciudades el sistema colapsó, por lo que hay centenares de pacientes críticos ‘haciendo cola’ para acceder a este tipo de atención especializada. Incluso ya hay escasez en la provisión de oxígeno.
Visto todo ello, la única alternativa efectiva para contener esta cresta pandémica no es otra que la aplicación estricta de las medidas de autocuidado. La indisciplina social de unos pocos en el cumplimiento de los protocolos de bioseguridad es una amenaza a la salud y vida de todos. Su irresponsabilidad genera enfermos críticos y muertes. Son un peligro sanitario quienes no usan tapabocas, los que asisten a fiestas y grandes reuniones públicas o familiares, aquellas personas que se arriesgan en aglomeraciones en sitios abiertos o cerrados, así como los que ya perdieron la costumbre de lavarse cada dos horas las manos o incluso no se aíslan preventivamente si creen tener algún síntoma del coronavirus, Está en las autoridades redoblar los operativos para llamarles la atención y aplicar los respectivos correctivos. Pero más que imponer un alud de comparendos (que lamentablemente han ido perdiendo su capacidad coercitiva), hay que concientizar a los infractores de la gravedad de su accionar irresponsable y casi suicida.
Esta última semana de abril, como lo indicaran las autoridades sanitarias y el Gobierno, hay que aplicar todas las precauciones “al extremo”. Bien lo dijo el Jefe de Estado: “puede ser una de las semanas más desafiantes que hemos vivido” durante la pandemia. O aplicamos el autocuidado de forma generalizada o la tragedia en las próximas semanas será sustancialmente mayor.