La división: enemigo común | El Nuevo Siglo
Miércoles, 15 de Octubre de 2014

Conservatismo, motor histórico

Foro ideológico de la colectividad

 

El Partido Conservador ha sido dinamizador nacional en varias de las etapas históricas del país. En esta ocasión le corresponden las mismas responsabilidades de antaño, acopladas y desarrolladas dentro de una nación que hoy vive un punto de inflexión y que requiere ciertamente de soporte ideológico más allá, exclusivamente, de elementos programáticos o resultados que sirven para desbrozar el futuro, pero se quedan cortos en la orientación de propósitos de largo alcance.

En principio, las ideas conservadoras fueron claves en el tipo de Independencia que se quiso y se adoptó. El clasicismo bolivariano, cuyo epicentro fue la autoridad y el tono moral que se pretendía para la nueva nación, quedó consignado tanto en los documentos del Libertador como en apartes de la Constitución boliviana. Su proyección mental, más británica que francesa o norteamericana, pudo haber tenido mejor suerte, pero en todo caso la disminución de la perspectiva política, generando coyundas clientelares en los países libertados, señaló el colapso grancolombiano, cuando por el contrario el conservatismo, con sus ideas de orden y unidad, demarcaron una mejor ruta que la seguida por los liberalizantes que no tuvieron la capacidad para equiparar los derechos y los deberes.

En todo caso, las ideas de orden remanentes de la gesta independentista lograron imponerse por sobre el divisionismo y se obtuvo, en los 50 años siguientes, que no se terminara en un mar de republiquetas independientes, como aconteció en Centroamérica. Ese aporte de lo conservador, nunca bien exaltado por los historiadores en el país que más bien suelen imantarse con el federalismo dispersivo de la época que casi acaba con la noción de colombianidad, fue la entidad salvadora de lo que en la actualidad se conoce como nuestra República.

Ello tuvo singular expresión posterior en la Constitución de 1886, sin embargo atacada por el revolucionarismo en todos sus flancos, pero que terminó por imponerse, por fin, proporcionando estabilidad y cimiente institucional. Luego de ello, derrotado una y otra vez el revolucionarismo, el Partido Conservador modernizó el país con un sinnúmero de obras públicas, la implementación del sufragio universal y la creación del Banco de la República y la Contraloría General. Ello redundó en una economía más seria, mientras la eclosión entre partidos políticos llevó a una guerra civil no declarada entre 1930 y la implementación del Frente Nacional.

Ahí, también, el conservatismo fue vital para calmar las tormentas políticas y generar las condiciones del desarrollo sobre la base de la ética y solidez económica que el país anhelaba a gritos, creando a su vez instituciones como Ecopetrol, el SENA y el Banco Popular, entre otras. La plataforma económica así diseñada, en un país pobre, obtuvo que posteriormente pudiera sufragarse con profesionalismo y altura la crisis por la deuda externa latinoamericana y los vaivenes de la región entre las nacionalizaciones y las privatizaciones. El manejo conservador de la economía, frente a la expansión de las dictaduras latinoamericanas, en la actualidad los populismos continentales, han permitido que Colombia se destaque, mantenga la inflación controlada, sea el mayor generador de empleo en la zona y logre altas dosis de crecimiento económico frente a los promedios regionales.

El influjo conservador en las diversas etapas nacionales no es, pues, cosa menor, sino que por el contrario, puede responder al partido más activo y sintonizado con los intereses colectivos en todos los tiempos. Y no está mal que se diga si se trata de revisar la historia con sindéresis y objetividad, sin que desde luego existan elementos disonantes en un trasegar de casi dos siglos. Inclusive sus aportes para la Constitución de 1991 han sido definitivos para el nuevo país.

El Partido Conservador se apresta a un foro ideológico entre el Directorio, la bancada parlamentaria y algunos dirigentes independientes. El país conoce de la honda división existente, que a nuestro juicio debió ser sufragada con los resultados en la justa electoral. Tanto así como que en la actualidad la paz tiene origen en las ideas y prácticas conservadoras, la economía marcha con los criterios conservadores adoptados por el Gobierno y el desarrollo con equidad social en curso es principio básico del humanismo conservador doctrinario. Estando Colombia en un punto de inflexión no es comprensible, frente a lo anterior, que el conservatismo se mantenga al margen de la Unidad Nacional, de la que ha sido uno de los artífices, por el prurito del limbo entre el denominado “uribismo” y “santismo”. La división es el enemigo común.