Los análisis y las especulaciones sobre la intervención de la diplomacia del Vaticano para abrir espacios de diálogo entre Cuba y los Estados Unidos son tan diferentes como el cristal ideológico, político e, incluso, sentimental con que se mira y asimila el asunto, que ha merecido el despliegue de la prensa y los medios de comunicación mundiales. Para una parte de los miembros pensantesde la colonia cubana en el exilio se trató de una jugada de tahúr de Barack Obama, para darle respiración boca a boca a la agonizante dictadura del clan de los Castro. Se trataría de garantizar la sobrevivencia del régimen despótico, en momentos en los que la quiebra económica de Venezuela amenaza con el eventual cese del suministro de crudo por canje o gratuito, puesto que a cambio La Habana, envía brigadas de médicos y agentes suyos a Venezuela. Lo que explica que por iniciativa del comandante Fidel Castro, que ya en el pasado se entendió con el papa Juan Pablo II, acudiera al papa Francisco en solicitud de sus buenos oficios, puesto que Castro conserva la amistad con un sector importante de la Compañía de Jesús en cuyos claustros de La Habana recibió esmerada educación.
Como se recuerda el entonces cardenal Jorge Bergoglio, hoy papa Francisco, publicó uno de sus más interesantes ensayos sobre los Diálogos entre el papa Juan Pablo II y Fidel Castro, análisis que ahora cobra la mayor actualidad.
Se sospecha, con algún fundamento, que Castro busca que el régimen sobreviva la caída eventual de Venezuela por agonía del sistema económico o de ser posible, mantener la entente con Caracas, dado que sus agentes controlan allí milicias selectas que mantienen el precario equilibrio de fuerzas militares que al estallar el sistema se disputarían el poder. Se dice que el Vaticano coincidió con Obama, en cuanto el bloqueo a Cuba lo habían roto ya el comandante Hugo Chávez y los países del Mercosur. Cuba recibe 90.000 barriles diarios de petróleo, que de cortar el chorro compensaría con los giros de los cubanos del exterior, que podrían duplicar o triplicar esa suma.