Las informaciones que llegan de todo el país dan cuenta de los horrendos crímenes que comete la delincuencia organizada así como elementos antisociales de la más diversa índole.
Según los informes policiales, una de esas barbaries ocurrió en el barrio Américas Occidental, en la capital del país. En una residencia del sector con frecuencia se producían discusiones y riñas intrafamiliares. Esta vez, según narran los vecinos, el cruce de insultos se daba entre una madre y su hijo, un joven de 27 años, en plena terraza de la vivienda. Los gritos llamaron la atención de los vecinos que presentían lo peor. Se llamó a la Policía pero no alcanzó a llegar a tiempo para conjurar el terrible destino de quienes peleaban. De manera súbita el energúmeno, cuchillo en mano, se abalanzó sobre su madre y le quitó la vida. Un grito de espanto e impotencia salió de las gargantas de los aturdidos vecinos. Tan espantoso episodio en cualesquier país civilizado habría suscitado una protesta nacional en todos los medios de comunicación, aquí, lamentablemente, es un asunto que escasamente se alude en la prensa. Tampoco se ahonda en las causas y poco se ve a psicólogos y expertos intentar desentrañar las raíces del drama para saber qué es lo que pasa en la conciencia de los jóvenes que cometen crímenes como ese. Y si ello no se hace, se reduce la posibilidad de proceder de manera preventiva, identificando alertas sintomáticas y tempraneras, y por esa vía evitarle a la sociedad hasta donde sea posible que se repitan esas conductas patológicas. Conductas que evidencian lo mal que estamos en cuanto a la noción misma del respeto a la vida, como bien supremo.
Lo peor es que delitos atroces de esa naturaleza contra el padre o la madre se repiten con más frecuencia de los casos que se reportan en la prensa.
Otro campo del delito que viene creciendo es, lamentablemente, el de las masacres, sobre todo aquellas que son protagonizadas por los llamados ‘ajustes de cuentas’ entre bandas criminales que luchan a sangre y fuego por el dominio de zonas y negocios ilícitos. Matanzas que en los últimos meses han afectado a familias enteras en diversas regiones del país. Ese es otro índice preocupante de la descomposición social que padecemos.