El señor presidente Juan Manuel Santos tiene varios ministros que se destacan por sus merecimientos y ejecutorias, sin que su valía corresponda en todas las ocasiones a los sondeos de opinión, que las más de las veces se reducen a la inmediatez, la “imagen” efímera en los medios y no entiende los efectos de una política a largo plazo, que podría favorecer a sucesivas generaciones.
Mejor que las encuestas para conocer la importancia de los ministros es indagar sobre lo que piensan de ellos los adversarios del régimen. Y tenemos que las Farc desde La Habana señalan como “enemigos furibundos” de sus aspiraciones al ministro de Agricultura, Juan Camilo Restrepo y al de Defensa, Juan Carlos Pinzón. Ellos, los comandantes de la subversión en La Habana, acusan a los ministros de ser partidarios, por aquello de la inversión foránea de la “extranjerización” de la propiedad en la zona de la periferia del territorio colombiano. La airada reacción de la Farc tiene que ver con la propuesta que han hecho de parcelar el suelo colombiano, creando una serie de Zonas de Reserva Campesina, las cuales tendrían similitud con las que en su tiempo puso en práctica, en la China, Mao Tse-tung, quien despoja a millones de propietarios de sus tierras, los cuales fueron unas veces eliminados, otras conducidas a prisión y en los casos más laxos sometidos a trabajos forzados al punto que tuvieron que arañar con sus manos la tierra hasta sangrar para obtener su magro sustento.
Si en algo han fracasado los regímenes comunistas y socialistas es en el tema agrícola. Sin el estímulo de la ganancia capitalista, los campesinos se limitan a producir lo que consumen, como ocurrió en la Rusia de Stalin, donde tras sufrir la más penosa persecución, torturas y mil inequidades, encontraron la muerte más de veinte millones de trabajadores rurales. El comunismo en Vietnam fracasó en materia de producción agrícola. Corea del Norte es un ejemplo trágico y funesto del comunismo en el manejo comunal de la producción agrícola. El caso de cuba es aún más lamentable y patético, un país que antes de la revolución comandada por el comandante Fidel Castro era el mayor productor de azúcar, al poco tiempo, ni con el propio Castro como gobernante y participando en persona en la zafra azucarera, consigue superar la cosecha que bajo el sistema de propiedad privada en libertad producía los ingenios de ese país. Y el fracaso agrícola de Castro pauperiza a la gran masa de cubanos, sin que el gobierno consiga constituir los ingresos del azúcar por otra producción rentable.
Así que las Farc no están por mejorar la situación social o económica de los labriegos; lo que pretenden con su propuesta agraria es obtener,-mediante la negociación, la creación de varias Repúblicas Independientes en suelo colombiano, lo que no han podido conseguir en más de medio siglo de conflicto armado. Así como transformarse por arte de birlibirloque en una suerte de máximo tribunal de comisarios al estilo bolchevique que trataría de supervisar la acción del gobierno. Por lo anterior, la propuesta de la Farc en La Habana es un anacronismo y una muestra palpable de su mentalidad arcaica, de la misma naturaleza explosiva que pretendió establecer en Marquetalia, Tirofijo, quien jamás renunció a su objetivo de crear las Repúblicas independientes y dedicó el resto de su vida de combatiente subversivo a fomentar la balcanización del país. Hoy sus agentes revolucionarios en La Habana persiguen la misma meta de desgarrar nuestra ensangrentada tierra. También exigen que varias zonas rurales sean desmilitarizadas y queden bajo su exclusivo dominio. Según ellos esa sería la fórmula para neutralizar las “aldeas” estratégicas de confinamiento y consolidación militarista para proseguir la confrontación. La percepción del ministro de Defensa Juan Carlos Pinzón es elocuente al respecto y así se lo ha manifestado al país.
Y sobre el mismo tema es tajante el titular de la cartera de Agricultura, Juan Camilo Restrepo: “Las Farc es el grupo armado que controla la mayor cantidad de tierra en el país y que más campesinos ha despojado de sus parcelas en la guerra criminal que libra contra el Estado y por someter a los campesinos indefensos a sus designios. En el testimonio de las propias víctimas reclamantes. Cuando hoy en día se presenta una reclamación para restitución de tierras, al amparo de la Ley 1448 de 2011, a cada una de esas víctimas se les hace una entrevista: ¿cuándo se la despojaron?, ¿qué tierra?, ¿dónde estaba?, ¿dónde era su finca?, ¿en qué año?, ¿qué pasó? y ¿quiénes fueron sus despojadores?”. Y el ministro agrega al respecto: “Pues bien, de las tierras reclamadas, que ya van en más de dos millones de hectáreas, las propias víctimas, una vez que se tabulan sus respuestas, señalan a las Farc como las despojadoras de cerca de 800.000 hectáreas, que es aproximadamente un tercio y, en proporción parecida, a los paramilitares y a otros grupos delincuenciales”.