El oxígeno es vital para la vida, y las plantas son las que lo producen. Una de las más grandes ‘fábricas’ de este elemento básico para la existencia es el Amazonas, extensa área selvática, con el río más grande de América del Sur y el mayor del planeta por la extensión de su cuenca, más de siete millones de kilómetros cuadrados. Por su longitud es el tercero del mundo, después del Nilo. El territorio situado en sus orillas es la más valiosa reserva natural con que cuenta Suramérica y el globo terráqueo.
El que con justicia es llamado el pulmón del planeta está en serio riesgo por la acción depredadora de los humanos, que no tienen noción de lo que representa este espacio selvático para todos los países, no sólo los ubicados en el área de influencia del Amazonas. Se continúa la tala ilegal sin pausa. Los árboles caen y cada día este reservorio nos proporciona menos oxígeno. A esto se agregan los incendios forestales que arrasan todo vestigio vegetal. Una investigación realizada por expertos de Woods Hole Resrch Canter de Massachusetts (Estados Unidos) reveló que las largas sequías son las que provocan incendios que consumen los bosques en la Amazonia.
Es una cuestión vital a la que todos los países deben prestarle atención, para detener el deterioro de este pulmón del mundo. La selva seca y el avance de la agricultura lo están destruyendo. Es obvio que la selva amazónica aún es húmeda, pero el descuido y la destrucción de los bosques constituyen una verdadera amenaza que podría convertirla en un extenso desierto. El deterioro de la Amazonia también contribuye al calentamiento global.
Es necesario que se lance una campaña para detener la depredación y salvar la Amazonia, que es un patrimonio de la humanidad. Los primeros afectados serían los grupos indígenas, que aún permanecen ocultos e incontaminados. Si muere la selva amazónica, también las tribus y la fauna y desde luego todo el planeta sufriría por la pérdida de tan valioso tesoro natural.