Mientras en la Organización de Naciones Unidas, la Unión Europea, otros bloques multinacionales, así como en las grandes potencias y en muchos países una de las prioridades es la reglamentación de los usos y alcances de las herramientas de Inteligencia Artificial (IA), las plataformas que dominan la red digital continúan avanzando en los desarrollos de aplicaciones para profundizar su utilización.
Esta semana, por ejemplo, el multimillonario director ejecutivo de Meta, a la que pertenecen plataformas como Facebook e Instagram, Mark Zuckerberg, señaló que la compañía trabaja ya en la llamada inteligencia artificial “general”, que en palabras más sencillas sería algo así como sistemas informáticos dotados de capacidades cognitivas humanas. Es decir, un servicio igual al que desarrolló OpenAI con su “chatbot” ChatGPT, que está muy popularizado.
El debate es global, al punto que, por ejemplo, en el Foro Económico Mundial de Davos, en Suiza, que comenzó esta semana, hubo un amplio debate al respecto. Se habló allí de los retos de gobernanza en la utilización de estas herramientas y la necesidad de garantizar que estas no sean utilizadas para actividades ilícitas o de manipulación de información.
Por igual, crece la discusión en todo el mundo sobre el impacto de la IA en la educación, medicina, propiedad intelectual y otros múltiples campos en donde la masificación de estos “chatbot” está generando un cambio de paradigma muy acelerado.
La alerta es mayor en la medida en que los propios creadores de esta tecnología proyectan tesis contradictorias sobre la reglamentación que se requiere. Para algunos de ellos, la IA es un insumo del conocimiento humano y, como tal, no solo es difícil ponerle límites, sino que la posibilidad de regular sus usos y alcances es, en la práctica, muy complicada.
En la otra orilla se ubican quienes consideran que es urgente que se formule un marco regulatorio global para evitar que la masificación del uso de esta tecnología termine propiciando comportamientos y acciones perjudiciales para la propia humanidad. De hecho, ya se habla de utilizaciones lesivas dirigidas a la masificación de información falsa, discursos de odio, campañas de manipulación, falsificación intelectual y hasta comportamientos netamente terroristas e ilegales.
Colombia no es la excepción en todo este debate. De hecho, la semana pasada el Gobierno anunció que conformará un comité de expertos para que los asesoren en la regulación de la IA, en tanto que la academia y centros de estudios profundizan los análisis al respecto.