*La reforma educativa
*Se espera invertir 38 billones
En la actualidad el Consejo Nacional de Educación Superior -CESU-, cuenta con representantes del Gobierno, la Universidad pública y la privada, para tener una información y formar un criterio amplio sobre las falencias y factores positivos en la educación que se imparte en el país. En ese tema de la reforma educativa la misión cumplida por la ministra de Educación, María Fernanda Campo, ha sido excepcional, se dedicó al tema con empeño y ha tratado de informar y oír a todos los sectores ligados al tema educativo, en la conciencia de que en gran medida el futuro del país depende de los avances en educación. Las falencias educativas han sido fatales para el país y en especial en las zonas de la periferia que se encuentran en la oscuridad en materia educativa y cultural, azotadas por la violencia, los negocios ilícitos y la falta de infraestructura, incluidas escuelas y colegios. Si los estudiantes de las grandes urbes de Colombia tienen bajos índices de comprensión y de manejo de la lógica, esa perturbadora falla es mucho más grave en zonas en donde el abandono de siglos determina que en algunos casos la población siga tan aturdida y aislada como en los primeros días de la creación. Lo que facilita que sean cruelmente explotados por los desalmados que los encauzan bajo engaño a la violencia y los negocios ilícitos.
Existen dos Colombias en un mismo país, la de la periferia que se encuentra en unos casos casi en la edad de piedra y en otros en los albores del siglo XVIII, en ambos la cultura es la excepción y se padece el horror de la ley de la jungla, apenas subsiste una vaga tradición oral sobre la familia y los hechos que les atraen. El malestar y el atraso en esas regiones olvidadas y en donde la ley es casi inoperante, constituyen un desafío para el Gobierno en tanto se habla de paz y de posconflicto. Se vive allí un estado de guerra entre subversivos y militares, los de la Farc por décadas volaron puentes, minaron carreteras, sedes de la entonces Caja Agraria, se llevaron a los jóvenes por la fuerza para incorporarlos al terrorismo y secuestraron o extorsionaron a los pocos ganaderos y agricultores que se arriesgaron a invertir allí. Se dan casos como el del Caguán, donde el Estado hizo presencia cuando se acordó negociar allí con las Farc, que se movían como Pedro por su casa en esa región. Como en la periferia se concentra gran parte de la riqueza nacional y la soberanía es tan débil, se requiere de cuantiosos recursos y un proyecto innovador para incorporar esa población al resto de la nación, un esfuerzo aún superior al de Alemania dividida, cuando la Occidental se une con la antigua Alemania atrasada por cuenta del comunismo. Ese es un tema que el Gobierno estudia para diseñar la mejor estrategia, dado que si aumenta la brecha entre la Colombia más avanzada y la olvidada, no se logrará erradicar de esta última la violencia.
La reforma a la educación superior se sustenta en 10 ejes temáticos. Para alcanzar sus objetivos espera contar con 38 billones para el 2034. Para esa fecha se aspira a que el 65% de los estudiantes sigan carreras técnicas. Que se impartirían en universidades y tecnológicos. Lo que invertiría la situación actual, pese a que no se determina hasta qué punto se podrá avanzar en la educación gratuita para los de menos recursos. Se debe fijar una meta en el tiempo en la cual ningún colombiano se quede sin estudio. Según la ministra de Educación, María Fernanda Campo, su objetivo prioritario es la inclusión, por lo que aspira a que en el 2034 haya un acceso al sistema del 84 por ciento de la población. Lo mismo que se tiene en cuenta “a quienes han hecho parte del conflicto armado. Eso incluye tanto a víctimas como a victimarios”. Es de recordar que los Estados Unidos rompieron la cruel barrera del atraso cuando enviaron a sus profesores a prepararse en las mejores universidades europeas, en especial de Inglaterra y después los incorporaron a sus universidades que dieron el gran salto cultural y se abrieron para todos los que quisieran estudiar.