*Los banqueros no ceden
*Podría darse un corralito
La opinión pública internacional, que sigue la evolución política de Grecia, no sale de la sorpresa por los cambios bruscos y pendulares que sacuden a ese país. Por la honda crisis económica en la cuna de la democracia occidental, los viejos políticos desertan, en tanto se toman las plazas y calles los más radicales del socialismo, los neofascistas, nacionalistas, anarquistas, centristas y extremistas de toda laya, que se disputan el electorado. Proliferan demagogos que concitan a los desesperados. El descontento es generalizado y se agudiza por la penosa situación que atraviesa un tercio de la población, sumida en la miseria, golpeada por la necesidad y que se siente acorralada por un horizonte oscuro y plagado de deudas. Ese sector, junto con amplios segmentos de la clase media, le dio el triunfo en las pasadas elecciones a Alexis Tsipras, del movimiento de izquierda socialista Syriza. Su irrupción en la política griega ha sido casi meteórica, ya que con su perfil carismático, de verbo fácil y la voluntad de enfrentar a los jerarcas económicos de la Unión Europea, arrinconó a sus rivales en las urnas y consiguió devolver la ilusión transitoria a un pueblo que ha dejado de creer en sus dirigentes. La zanahoria que empleó para llevar a la desconfiada clientela electoral a apoyarlo, consistió en convocar con rabia a la población a morder la mano de los banqueros de Bruselas y Berlín, para zafarse de la coyunda impuesta a los helenos.
El nombramiento de Yanis Varoufakis, un brillante y un tanto iluso teórico de la economía, en la cartera más importante del gobierno, que propende por liberar a los griegos de la cadena opresora de las medidas de ajuste fiscal dictados por la Unión Europea, con Alemania a la cabeza, generó grandes expectativas en los diversos sectores de la fragmentada política local. El viaje que hizo de inmediato a Francfort, para reunirse con el presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, se interpretó como un gesto audaz para conseguir el objetivo de ablandar el duro corazón de los banqueros. Pero en cuestión de horas se supo que la visita de Tsipras había sido infructuosa. El banquero le explicó lo que ya se sabía, que no se puede restructurar la cartera de títulos de deuda helena y que Grecia debe cumplir sus compromisos, los cuales, como obligación de Estado, no se modifican por el cambio de gobierno. No le fue mejor a Tsipras con su homólogo de Francia, Hollande, quien se mostró cauto y le pidió al dirigente griego que honrara la palabra de su país.
La noticia de la infructuosa gestión diplomática de Tsipras y de su ministro Varoufakis ante la cúpula financiera de la UE, cayó como una bomba en Atenas, donde la preocupación se extendió como pólvora y el mercado bursátil cayó sustancialmente, provocando cuantiosas pérdidas y agravando la situación de insolvencia del país. Es claro que sin una refinanciación Grecia no puede cubrir sus gastos y menos pagar los intereses de la colosal deuda.
Pese a los magros resultados de su gira y a que se agudiza la situación económica interna, Tsipras se mantiene firme en un discurso optimista, alimentando la esperanza de que, al final, sus socios europeos darán un margen de acción para evitar la asfixia de su país. Incluso, en algunas ciudades grupos poblacionales han salido en apoyo del gobierno.
Sin embargo, en la realidad las cifras negativas son elocuentes. El Estado y los bancos manejan “papeles basura”, que apenas valen por el aval del Fondo europeo. En enero la nación sufrió una fuga de capitales del 15 por ciento de su PIB y una migración de depósitos del 8 por ciento, por lo que es posible que el país vuelva a entrar en una etapa de impago, la que ya experimentó hace tres años.
Tsipras, entre tanto, avanza en el dialogo con el gobierno ruso, que le suministra más del 60% del gas que consume su país. La relación con Moscú es estrecha, en cuanto el voto de Grecia es determinante para tomar decisiones importantes en la UE, como la acción militar de apoyo a Croacia, que se conjuró por el veto de Atenas. También está en contactos con China y busca aliados en todas partes, a sabiendas que de no encontrar una salida financiera a corto plazo la economía griega se desplomará definitivamente, desencadenando mayores pérdidas y aumento de la pobreza.