Geopolítica del contraterrorismo | El Nuevo Siglo
Sábado, 28 de Noviembre de 2015

*Francia no se rinde

*La mentalidad de los terroristas

FRANCIA es un país que varias veces ha sido blanco del terrorismo de distinto signo y ha sabido enfrentar con talento y valor los desafíos de la violencia extrema.  El general Charles De Gaulle, siendo presidente, sufrió varios atentados por cuenta de la OAS de extrema derecha y debió confrontar el terrorismo de izquierda en Argelia. Luego se dan los ataques  a cargo del Chacal, hoy en prisión. En la actualidad, desde los atentados del 11 de septiembre de 2001, en Nueva York, Al Qaeda y los grupos terroristas le han declarado la guerra a la Francia, defensora de la civilidad y el orden internacional. El país galo, además de los ataques suelen tener como blanco a ciudadanos franceses en el exterior,  ha enfrentado a nivel interno demenciales hechos violentos, como del que fueron blanco periodistas y caricaturistas de Charlie Hebdo.

 

Los múltiples intereses de Francia en el extranjero están de continuo bajo amenaza. Las autoridades francesas están al tanto de las gravísimas amenazas, por lo que conseguido desarticular varias bandas terroristas. Y aunque se tenían informaciones de que la posibilidad de que se registraran en su territorio actos demenciales, era muy difícil anticiparse. Por ello, ocurrió la barbarie del pasado 13 de noviembre, que tuvo como centros las afueras de un estadio, varios cafés y el centro de conciertos Bataclán. Es evidente que en esta lucha contra los terroristas es decisivo el concurso de la sociedad civil, cuyos ojos y oídos pueden alertar a tiempo a las autoridades.

 

Francia, para combatir el terrorismo cuenta no solamente con las la inteligencia militar y policial, lo mismo que con un sistema judicial severo, sino que estableció  un Fondo de Garantías especial para ayudar a las víctimas. Lo cierto es que los franceses han demostrado gran capacidad y eficacia en el combate contra el terrorismo.

 

Es de destacar el valor civil del pueblo francés y de su Ejecutivo, quienes hoy están más unidos que nunca y respaldan el gobierno de Francois Hollande, que ha debido ordenar varios bombardeos punitivos sobre blancos del Estado islámico en Siria. Lo mismo que la actitud concertada contra el terrorismo por parte del gobierno de Obama, quien la semana pasada ordenó bombardear más de 100 carrotanques que transportaban petróleo de los radicales, un golpe mortal para sus finanzas.

 

Para el contraterrorismo francés es evidente que la amenaza  yihadista es cada vez más mayor, en cuanto tiene a su haber numerosos militantes y bastantes recursos. En el mercado negro es posible comprar elementos químicos, explosivos, armas y documentos falsos de toda índole.  Al parecer, la bomba que hizo explotar en el aire el avión civil ruso, a comienzos de este mes,  estaba camuflada en una lata de cerveza.

 

En Francia  el gobierno ha dispuesto honores por los caídos en lucha contra el terrorismo y ha renovado solemnemente el compromiso de no darles cuartel.

 

La reunión esta semana en  Moscú entre el presidente  Vladímir Putin y su colega francés, Francois Hollande, es una noticia positiva de las alianzas que forjan las potencias contra el terrorismo del EI, conscientes que la lucha contra el terrorismo debe ser global.

 

El gobierno ruso apoya la propuesta francesa  de cerrar la frontera entre Siria y Turquía  para contrarrestar  el flujo de terroristas y su financiación.  La diplomacia francesa se mueve con eficacia y celeridad. El presidente de España, Mariano Rajoy, se suma al esfuerzo galo por restaurar el orden y reducir a los violentos. En Alemania se abre paso la idea de forjar una coalición antiterrorista.

 

Entre tanto, las fuerzas del caos y el terror se agrupan en la clandestinidad, con  miras a mantener su ofensiva violenta contra los símbolos culturales y de poder mundiales. En su  estrategia, los métodos varían y van de la amenaza latente, el terror, el secuestro, los asesinatos y los atentados hasta el reclutamiento de  voluntades, bien vía del engaño o del temor.

 

En su proyecto de restablecer el califato, promovido además de la lucha sobre el terreno por la Internet, se da un claro mensaje a sus militantes: acabar con los “infieles” aún a costa de su propia vida. La infundada  promesa de otra vida plagada de placeres extraterrenales que los lleva a inmolarse por la causa.