*El principal reto de la Copa América
*Que la corrupción no empañe la fiesta
LA máxima cita del fútbol suramericano arranca esta semana. Tras las eliminatorias de hace tres años y la Copa Mundo que se realizó en Brasil en 2014, en donde el subcampeonato de Argentina, el avergonzado cuarto puesto del país anfitrión y la histórica quinta plaza de Colombia, saldaron una buena participación del balompié de la parte sur del continente, la mira ha estado puesta en la Copa América que comienza el próximo jueves en Chile.
Para algunos equipos, como los pentacampeones, el torneo tiene un sabor a revancha tras la goleada sufrida a manos de Alemania en el torneo orbital del año pasado en su propio patio. Los gauchos, a su turno, llegan con la necesidad de un título para una generación de jugadores que, encabezados por el espectacular Lionel Messi, aún no obtiene un galardón de postín acorde a la calidad de sus jugadores, que hoy militan en los mejores clubes del mundo. Los anfitriones, tras un Mundial muy bueno, saben que tienen la obligación de pelear por el título y apuestan todo para ello. En tanto que Colombia, con James Rodríguez como portaestandarte, buscará confirmar que lo de Brasil no fue flor de un día y que su cuarto lugar en la clasificación de selecciones de la FIFA no es casualidad ni responde a una mera variable estadística. Uruguayos y paraguayos probarán su relevo generacional, en tanto el resto de países, incluyendo los invitados México y Jamaica, tratarán de dar la sorpresa a sabiendas de que los focos mediáticos y favoritismos no están sobre ellos. Salvo contadas excepciones, la mayoría por lesiones recientes o motivadas por sanciones como la que recae sobre el oriental Luis Suárez, lo cierto es que los mejores jugadores del continente estarán en el torneo austral. Baste con decir que 5 de los 10 futbolistas más caros del planeta defenderán los colores de su nación en busca de llevarse la Copa América.
Todo lo anterior es, precisamente, lo que debe preponderar una vez se dé el pitazo inicial el jueves, para el partido inaugural entre Chile y Ecuador. Es claro que el torneo arranca en medio del escándalo de corrupción global más grande y grave de las últimas décadas, a tal punto que la plana mayor de la Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA) está sub júdice, con más de una decena de dirigentes capturados en Suiza, acusados de multiplicidad de delitos que van desde sobornos y fraudes hasta lavado de activos y tráfico de influencias a lo largo de más de una década, en maniobras que incluyeron desde asignación irregular de sedes mundialistas hasta amaños de decisiones deportivas, entre otras conductas. Un escándalo que no sólo le terminó costando el cargo al hasta hace una semana intocable Joseph Blatter, que tuvo que dimitir apenas cuatro días después de su polémica reelección para un quinto período, sino que, lastimosamente, tiene a la Confederación Suramericana de Fútbol como principal protagonista, al punto que varios de sus dirigentes ya están en la mira de la fiscalía estadounidense, con circulares rojas de la Interpol a su nombre e incluso ya a buen recaudo judicial en sus respectivos países. Prácticamente todos los presidentes de las federaciones nacionales suramericanas han tenido que salir a dar explicaciones la última semana alrededor de las acusaciones sobre millonarios sobornos para adjudicar las sedes y contratos de transmisión de las últimas Copas Américas. Casi en todos los países los órganos judiciales locales iniciaron ya pesquisas y auditorías a las federaciones para establecer si sus dirigentes también cayeron en las redes de corrupción. Y si a todo ello se le suma el bochornoso espectáculo dado recientemente en el clásico Boca-River, que no sólo incluyó el ataque con gas pimienta a jugadores sino una sanción acomodada y muy baja, se podría decir que Suramérica se presenta a su máximo torneo de balompié con la cara avergonzada.
Sin embargo, hay que dejar que el escándalo siga su curso y la justicia aplique las sanciones del caso. En Chile, a partir del jueves, lo que hay que buscar, resaltar y destacar es el fútbol, lo que pase en la cancha en los 90 minutos, la posibilidad de ver a varios de los mejores seleccionados y jugadores del planeta luchando en franca lid por el trofeo continental. Eso es más que suficiente. No podemos permitir que la corrupción nos quite la belleza y pasión del que es, sin duda alguna, el deporte masivo del planeta. A jugar, pues, que la fiesta va a empezar.