Los desórdenes que protagonizaron una parte de los hinchas colombianos durante el accidentado ingreso al Hard Rock Stadium de Miami, el domingo pasado, en la antesala del partido de la final de la Copa América entre la selección de nuestro país y Argentina, tendrán consecuencias.
Por un lado, se sabe que la Conmebol está analizando de manera muy detenida lo que sucedió, tomando como base no solo los reportes de las autoridades estadounidenses y del equipo logístico del estadio, sino otros testimonios.
No se puede perder de vista que, por ser un torneo oficial de la Conmebol, cualquier sanción se aplicaría sobre los próximos partidos de local que dispute nuestra selección en las eliminatorias mundialistas, cuya próxima fecha será en septiembre.
Es necesario, entonces, que la Federación de Fútbol colombiana esté atenta a todo este proceso investigativo y prepare los respectivos descargos. Por ejemplo, hay que tener en cuenta que no solo fueron hinchas de la tricolor los que protagonizaron los vergonzantes hechos, sino también argentinos y de otras nacionalidades.
De igual manera, aunque en modo alguno esto constituye un motivo para acudir a la violencia, transgredir los filtros de ingreso al estadio y menos para el irrespeto a la autoridad, deben analizarse seriamente las fallas en todo el proceso logístico para un partido tan importante y que despertaba tanta expectativa en las hinchadas.
Igualmente, todavía está pendiente que se aclaren los confusos hechos alrededor de la detención provisional del presidente de la Federación de Fútbol de nuestro país y las consecuencias del vergonzoso episodio a corto y mediano plazos.
Hay muchas lecciones aprendidas que derivar frente a lo ocurrido el fin de semana, no solo en Miami, sino también a nivel nacional. En esto último, los reportes de las autoridades sobre un aumento sustancial de riñas y otras infracciones derivadas del exceso en el consumo de alcohol el domingo y madrugada del lunes, son muy preocupantes. Cinco vidas perdidas, cuatro de ellas en Bogotá, en asuntos relacionados con desbordes violentos en torno al partido, constituyen una tragedia.
Finalmente, más allá de las polémicas sobre el arbitraje y otras contingencias del partido perdido ante el conjunto argentino, y entendiendo las pasiones que despierta el balompié, es necesario llamar a la ciudadanía a entender que son asuntos propios del deporte y, por lo mismo, no deben extrapolarse ni pasar a mayores. De hecho, con la selección campeona nos volveremos a medir en septiembre en Barranquilla. Obviamente, será ocasión para la revancha deportiva, pero también una prueba de fuego para el civismo y el buen comportamiento de la hinchada en el estadio y todos los colombianos.