- El billonario plan de reactivación pospandemia
- Esfuerzo conjunto de UE y recursos nacionales
Si hay un continente que ha dado evidencias al mundo de saber reconstruirse tras las grandes tragedias es, precisamente, Europa. Por lo mismo, la atención global está puesta en la estrategia de ese bloque multinacional para definir la hoja de ruta de su reactivación económica, productiva, social e incluso institucional tras el duro impacto de la pandemia del Covid-19.
Europa ya suma casi 200 mil fallecidos y 2,7 millones de contagios. Le siguen Estados Unidos y Canadá, con 138 mil decesos y casi tres millones de infectados. Después viene América Latina y el Caribe, con más de 126 mil fallecidos y 2,9 millones de casos positivos del virus. Muy atrás se encuentra Asia, con casi 38 mil muertes y 1,5 millones de contagios. Después están Medio Oriente, con 17 mil fallecidos y 825 mil infectados, así como África, que afortunadamente solo ha sufrido 11 mil fallecimientos y 476 mil casos positivos.
Aunque el pico de la pandemia ya pasó en la Unión Europea y la mayoría de los países han flexibilizado de forma sustancial sus medidas de confinamiento, incluso, con la reapertura del turismo, las fronteras, la vida social y del entretenimiento, lo cierto es que se han presentado, como es apenas natural, pequeños rebrotes del virus, hasta el momento controlables sin restricciones extremas. Sin embargo, la alerta sanitaria se mantiene.
Precisamente por ello es que ahora la prioridad de los gobiernos y las demás autoridades de la Unión Europea es sentar las bases de un plan de recuperación que, según algunos analistas, debe ser mucho más ambicioso, tanto en recursos como en objetivos, de lo que en su momento fueron el New Deal de los años 30 en Estados Unidos, o el Plan Marshall tras la II Guerra Mundial.
No es para menos: los estudios calculan que la pandemia dejó a las economías del viejo continente en un estado cuasi-recesivo general. Sin embargo, hay dos grandes diferencias en cuanto al alcance del coletazo. La primera, que el nivel de afectación por la crisis sanitaria no fue uniforme, ya que mientras países como España, Italia y Francia sufrieron el embate más fuerte (junto a Reino Unido, ya en proceso de ‘divorcio’ de la UE), otras naciones tuvieron tasas de contagio y letalidad mucho más bajas, y ello determinó que sus periodos de cuarentena y parálisis de las actividades productivas fuera más corto y menos costoso para sus economías. En segundo término, es claro que algunas naciones, como Alemania por ejemplo, tienen por su propia fortaleza una posibilidad de recuperación más rápida y efectiva a corto plazo, en tanto otras naciones sin ese potencial tardarán más tiempo en volver a los indicadores macro y micro en comienzos de 2020, antes de que comenzara la emergencia epidemiológica.
Precisamente teniendo en cuenta esas particularidades es que el plan de reactivación tiene dos grandes flancos. De un lado, la Unión Europea lidera una estrategia comunitaria que, con base en la propuesta presentada por Alemania y Francia, busca inyectar no menos de 750 mil millones de euros a todos los miembros del bloque. Ya hay un consenso en torno a que, por lo menos, 500 mil millones se entregarán como subvenciones a los países, según su grado de afectación económica. Está decidido que los gobiernos receptores no tendrán que reembolsar estos millonarios aportes. Los restantes 250 mil millones sí se entregarán bajo un formato de préstamos, pero con tasas de interés bajas y a un plazo de tres décadas, empezando a pagar las respectivas cuotas a partir del 2028.
El segundo flanco del plan de recuperación está sustentado en los esfuerzos propios de cada país para prender sus aparatos productivos, apoyar a las empresas golpeadas, proteger la generación y estabilidad del empleo y, sobre todo, evitar que la recesión puede llevar a una explosión social en pocos años. Así las cosas, Alemania ya aprobó un paquete de 130 mil millones de euros para salir de la crisis; Francia anunció también un esfuerzo presupuestal muy alto, incluyendo 15 mil millones de euros para la conversión productiva a desarrollo sostenible; España, por su parte, ha movido ingentes recursos en dos meses y días atrás creó un fondo público de 10 mil millones de euros para rescatar empresas estratégicas afectadas por la crisis; Italia habla de cifras más altas, incluso de inversiones por alrededor de 312 mil millones de euros (170 mil de ellos provenientes del paquete de la UE); Reino Unido, entre tanto, destinará inicialmente 5 mil millones de libras para enfrentar la crisis en que lo sumió el coronavirus…
Como se ve, Europa, una vez más, apuesta duro en materia de reconstrucción. Es evidente que la mayor inyección de recursos de su historia no solo busca efectos de reactivación interna, sino que tiene claro que debe recuperarse incluso más rápido que China y Estados Unidos, sus dos grandes polos de competencia económica, política y comercial.