Expertos y personalidades del exterior que se interesan en la violencia colombiana se sorprenden por cuanto tenemos una de los frentes subversivos que más tiempo lleva en la clandestinidad, prácticamente el único que en nuestro continente no ha sido derrotado militarmente. Venezuela acabó con las facciones subversivas que por un tiempo azotaron a ese país. En Ecuador, las Fuerzas Armadas desarticularon los focos sublevados en los campos y enfrentaron una guerra con el Perú. En esta última nación se combatió sin cuartel a los alzados en armas de Sendero Luminoso, al punto de capturar a su máximo cabecilla. En Argentina y Uruguay, lo mismo que en Paraguay y Chile, se libraron intensos enfrentamientos entre grupos armados que pretendían llegar al poder por la fuerza. Lo mismo se repite en Bolivia, en donde el legendario Che Guevara se lanzó a la guerra de guerrillas, tema que conocía a fondo y sobre el que había escrito un manual que inspiraba a los revolucionarios de entonces. Guevara fue traicionado y delatado por sus compañeros de lucha, abandonado a su suerte por los nativos, capturado herido por el Ejército y rematado a mansalva.
Por tales antecedentes de la subversión en Hispanoamérica, los pacifistas y analistas extranjeros que arriban al país no entienden del todo la violencia endémica en Colombia y se sorprenden cuando constatan que la subversión cuenta con un pobre apoyo popular. Los más sagaces pronto perciben que la relativa fuerza de la subversión está precisamente en su debilidad agónica y en el pequeño número de combatientes que, ni en sus mejores momentos, ha llegado al 0,1 de la población. Los golpes que las Fuerzas Armadas le han dado a las Farc y al ‘Secretariado’ obligaron a sus jefes sobrevivientes a refugiarse en el exterior. Por lo mismo el Gobierno ha resuelto negociar en La Habana, a sabiendas de que los guerrilleros no tienen la mínima posibilidad de llegar al poder por la fuerza, siendo éste, según la teoría de Carl Von Clausewitz, el punto culminante de la contienda para evitar que se derrame más sangre colombiana y resplandezca la diplomacia.