* Colombia y lo hispánico
* Síntomas similares de malestar económico
España reacciona y parece recobrar la razón. Después de las elecciones en las cuales Artur Mas perdió varios escaños en el Legislativo regional a pesar de emplear la demagogia más desfachatada a favor del mal entendido nacionalismo catalán y la segregación de España, los catalanes fieles a la unidad del país salen a las calles a defender su tradición, su historia, sus ideales, la unidad nacional, la razón de ser del país y, por supuesto, la grandeza de España. Grandeza que no depende en exclusiva del dinero, de ese dinero que a manos llenas dilapidaron los burócratas de anteriores gobiernos en obras mal planeadas, improvisadas o suntuarias que a la larga nada aportan al desarrollo y en algunos casos se convierten en elefantes blancos. Esa mentalidad de gastar por gastar, por cuanto las arcas del Tesoro Público están repletas de dinero, es común a los países que confunden el desarrollo productivo, los tiempos temporales de las vacas gordas y las bonanzas que tan engañosas son en economía.
Cuando en el fondo todos sabemos que nada sustituye el modelo alemán, de innovación tecnológica, planificación y trabajo organizado productivo. Lo mismo se aplica a japoneses y chinos, que se distinguen por ser adictos al trabajo. Y la filosofía de los Estados Unidos, que los llevó a convertirse en potencia mundial, se fundamenta en la voluntad de su pueblo de forjar el desarrollo mediante el trabajo y la iniciativa privada. La tendencia a engullirse las rentas del Estado y vivir por un tiempo como rentistas, que es lo que suelen predicar los demagogos de diversas tendencias políticas, empujó al precipicio el país, en tanto Rodríguez Zapatero, como muchos españoles, tendían a creer que la bonanza artificial y los ingresos por turismo servirían para paliar el temporal, sin percatarse de que el sistema estaba siendo socavado en sus bases y que el temporal en los países vecinos tendría efecto dominó en las economías de la zona euro. Y cuando miramos la paja en el ojo ajeno no nos percatamos de que avanzamos por el mismo tobogán.
Precisamente, en el encuentro del pasado 4 de diciembre con cien economistas organizado por la Universidad Sergio Arboleda y la revista Semana, con la participación de distinguidos expertos y conocedores de la realidad del país, si algo quedó claro es que desde hace unos cuantos años estamos malgastando parte de los ingresos del petróleo. Oro negro que impulsa nuestra economía, junto con otros minerales, en tanto la industria no ha resultado tan competitiva y aumentan las compras del exterior. Y el comercio crece gracias a las importaciones. Lo mismo que el consumo tiende a inclinarse, con la apertura y la revaluación del peso, cada vez más a comprar productos del exterior. Y otros indicadores peligrosos que muestran cómo por distinta vía y siendo contrarios a la demagogia populista, sin estar amarrados al euro como los españoles, podemos abocarnos a una eventual crisis, con alguna similitud a la que sufrimos en los años noventa. Y aumentan los peligros por cuenta de la salida de capitales, puesto que en este año ha salido más capital del que ingresa al país. Y varias de las compras de grandes empresas se hacen mediante modalidades en las cuales ni siquiera entran los dólares a Colombia, cuando lo seguro es que al poco tiempo se venden algunos activos y los recursos salen al exterior, lo mismo que las utilidades. Este cuadro es semejante al que en un momento con otras características facilitó la especulación y corrupción financiera en España. Lo mismo que la tendencia de las regiones a endeudarse y despilfarrar los recursos.
Por fortuna, en España Rajoy se esfuerza en poner la casa en orden y recibe fondos para evitar un colapso de la economía. Y lo que es fundamental, la España con sentido de la historia se yergue y proclama su adhesión a la unidad nacional. Es una noticia positiva, mientras exista un pueblo que reaccione y tenga la voluntad política de defender su soberanía, la unidad se fortalece y evita lo peor. Es de recordar que España luchó por su Imperio con valor y ha defendido siempre su soberanía. Al contrario de Colombia, que no se distinguió por defender a Panamá y que no ha sido capaz de volcarse a las calles para rechazar el asalto jurídico contra nuestra soberanía en el Mar Caribe por la zona del Archipiélago de San Andrés y Providencia. En ese sentido es de reconocer que el presidente Juan Manuel Santos ha dado mayores muestras de valor civil frente al injusto fallo de la Corte Internacional de La Haya que el país político, con excepción del Partido Conservador que en ese aspecto se ha mostrado firme en la defensa de la soberanía nacional.