*Experiencias educativas regionales
*La construcción de un nuevo modelo
La educación es uno de los tres ejes fundamentales del segundo mandato del gobierno Santos. Los otros dos, paz y equidad, no pueden consolidarse mientras el primero registre falencias o retrasos sustanciales. De allí que la meta oficial de hacer de Colombia la nación mejor educada de América Latina en el año 2025 pasa, sin duda alguna, por la necesidad de ajustar a fondo nuestro sistema de instrucción preescolar, primaria, secundaria y superior, combinando para ello aspectos cuantitativos y cualitativos que si bien han sido largamente diagnosticados, no aplicados en su totalidad o con los énfasis requeridos. Prueba del camino que nos falta por recorrer son los pobres resultados que los estudiantes colombianos alcanzan en pruebas internacionales estandarizadas como las PISA o las mediciones que realiza la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), ente que reúne a más de una treintena de países con las mejores prácticas de gobierno, y al cual Colombia está en proceso de ingresar, para lo que debe cumplir con unas metas e indicadores mínimos en muchos campos, incluyendo la educación.
Visto todo lo anterior es claro que hay un énfasis gubernamental en esa revolución educativa, que comenzó en el primer mandato pero que ahora acelera en metas y objetivos a corto, mediano y largo plazos. Un énfasis que, de entrada, se constata en que, por primera vez en la historia reciente del país, el presupuesto anual para el rubro de educación supera el de Defensa, tal y como lo aprobó recientemente el Congreso.
En la construcción e implementación de esa política educativa es necesario estudiar y aprender no sólo de los diagnósticos propios y los referentes internacionales, sino también de las experiencias regionales. Por ejemplo, en la edición de ayer publicamos una entrevista con el gobernador de Antioquia, Sergio Fajardo, en torno de las bases y resultados de su estrategia educativa, sin duda la principal plataforma de su gobierno. Es interesante analizar el enfoque de la misma, no sólo por la experiencia docente de Fajardo, sino porque parte de la base de reformular los canales de relación entre el estudiante, la institución, el rol del docente y hasta el papel que debe cumplir el rector o las directivas de escuelas y colegios. Antioquia es una región precursora respecto de lo que a jornada única escolar se refiere, que es precisamente uno de los planes piloto que está poniendo en marcha actualmente el Ministerio de Educación en todo el país. La explicación del mandatario departamental acerca de los valores agregados de lo que significa que un estudiante tenga más horas al día en los espacios educativos, contribuye a replicar las críticas de algunos sectores en el sentido de que no necesariamente por estar más tiempo en las aulas y espacios académicos, la calidad de la instrucción y el nivel de aprendizaje del alumno mejoran. Por igual, debe ponderarse la defensa que hace Fajardo de la calidad del docente, recalcando que es irrespetuoso achacarles toda la responsabilidad de las falencias del sistema y prefiriendo mejor partir de la base de que todos los profesores son buenos pero siempre hay que mejorar.
Esa clase se experiencias gubernativas locales y regionales tienen que ser valoradas y sopesadas desde el nivel central. Sus resultados deben alimentar la matriz conceptual que determina los cambios y ajustes que se están aplicando en el sector educativo. Cambios y ajustes que van más allá de la esfera de la ampliación de la cobertura o la disminución del analfabetismo, en donde Colombia supera con creces indicadores mínimos como los de las Metas del Milenio, para enfatizar en la calidad de la instrucción, la capacitación y dignificación de los docentes, una infraestructura moderna y compenetrada con las plataformas tecnológicas más adecuadas para la enseñanza, así como mecanismos que garanticen el acceso a las aulas en todo nivel, desde el preescolar hasta el universitario y de posgrado. Para que ello sea posible, conceptos como los de Fajardo y otras experiencias locales y regionales deben ser escuchados y valorados.