*Indicadores son muy preocupantes
*Nada que se activa plan de choque
La economía colombiana continúa dando señales muy preocupantes. Por lo menos así se deriva del informe publicado por el DANE ayer, según el cual el Indicador de Seguimiento a la Economía (ISE) determinó que en agosto el aparato productivo apenas creció 0,23%.
El diagnóstico no es bueno, sobre todo porque en julio había sido del 1,2%, aunque debió ser revisado a la baja para dejarlo en 1%, de acuerdo a lo informado ayer por el ente estadístico. El enfriamiento económico queda aún más evidente si se tiene en cuenta que para junio había llegado a 1,70%, luego de que en enero se había ubicado en un 5%.
Queda claro, entonces, que la desaceleración del sistema productivo es cada día más pronunciada y ello explica por qué la mayoría de las previsiones sobre el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) de este año se están ubicando alrededor del 1%, muy lejos del 7,5% con que cerró 2022 y aún más del 10,6% récord que se alcanzó en el 2021, por el efecto rebote tras la crisis pandémica.
Según el ISE de agosto, las actividades manufactureras presentaron la mayor descolgada, poniendo en evidencia que tanto la industria como el comercio siguen de capa caída, lo que seguramente va a frenar la tendencia decreciente del desempleo que se ha registrado en los últimos meses.
No en pocas ocasiones hemos advertido desde estas páginas que si bien es cierto que hay una caída global de la economía, esta es más pronunciada en el caso colombiano. De hecho, ya algunos analistas advierten que las firmas calificadoras de riesgo están empezando a revisar bajo una lupa cada vez más cautelosa y preocupante cuál es el futuro a corto y largo plazos de nuestro país.
Para la mayoría de los gremios y analistas resulta innegable que una de las principales causas del enfriamiento de la economía colombiana tiene que ver con la incertidumbre que está produciendo el accidentado trámite de la reformas pensional, laboral y de salud, así como otras que el Gobierno considera claves dentro de su agenda. Esas iniciativas, como se sabe, se mantienen estancadas en su trámite legislativo debido a que el Ejecutivo carece de las mayorías parlamentarias para sacarlas adelante y tampoco procede a una concertación real de sus alcances con los partidos independientes y oposición, sin los cuales es imposible que los articulados reciban el visto bueno.
La posibilidad de que en el remate de 2023 se pueda generar un escenario distinto en materia económica es, lamentablemente, muy difícil. De un lado, el Banco de la República insiste en su política contracíclica de mantener las tasas de interés en 13,25%, como fórmula para evitar que la inflación siga creciendo. Como se sabe, el índice de costo de vida se mantiene muy cerca del 11%, constituyéndose en uno los más altos de América Latina.
Aunque el Emisor ve hacia diciembre en un 9,5%, esa proyección se estrella con el hecho de que el Gobierno anunció que en noviembre, diciembre y enero continuará el cronograma de alzas en el precio del galón de gasolina y después comenzaría con los reajustes en el valor del diésel.
A ello debe agregarse que los campanazos por los efectos del Fenómeno del Niño en la agroindustria son cada vez más drásticos y no se descarta que el costo de los alimentos vuelva a subir a finales de 2023.
Por el momento, se está a la espera de lo que será el PIB del tercer trimestre, que estaría dándose a conocer en pocas semanas. Al decir de muchos analistas el panorama no es muy positivo, ya que durante ese lapso hubo situaciones complejas como los bloqueos en la vía al llano. No hay que olvidar que este indicador para el segundo trimestre apenas llegó al 0,3%.
Visto todo lo anterior, una vez más se escuchan los llamados del empresariado para que el Gobierno lance un verdadero plan de choque que disminuya o haga menos drástica la caída de la economía. Si bien el Ejecutivo ha dicho que esta estrategia de contingencia está en marcha y tiene como punta de lanza el impulso a la vivienda y la construcción, dirigentes gremiales han advertido que ésta y otras medidas que se han implementado recientemente resultan insuficientes.
Aunque semanas atrás el Gobierno y el Consejo Nacional Gremial, tras varios meses de tensión, en una reunión acordaron una serie de reuniones para definir las bases del plan de reactivación, esto finalmente nunca ocurrió y el rumbo económico pinta cada vez más complicado.