En estos días la atención internacional se ha centrado en el conflicto de Ucrania y las protestas de estudiantes y represión del gobierno de Maduro en Venezuela. Mientras en otra parte del orbe, en Asia oriental, el régimen unipersonal y hereditario de Corea del Norte, uno de los de vieja data, más antiguo que la dictadura de los hermanos Castro en Cuba, aherroja y tortura a la población, y el mundo se desentiende. En 1945 la península de Corea fue dividida en dos zonas, la ocupada por la URSS y la otra por EE.UU. En 1948, Corea del Norte rechazó participar en elecciones celebradas al amparo de Naciones Unidas, que finalmente crearía dos gobiernos independientes en cada una de las zonas ocupadas, el de Corea del Norte y el de Corea del Sur. Ambos Estados reclamaban la península entera, lo cual llevó a la guerra en 1950. En 1953 suscribieron armisticio, y aún no se ha firmado un tratado de paz. La historia de la satrapía norcoreana viene desde antes de la década de los años 50. La de Pyongyang es quizá única monarquía comunista del planeta. El poder se transmite de padre a hijo. Actualmente en el mando el tercero de la dinastía, Kim Jong Un, quien emula a sus predecesores en su concepto tiránico del poder. Ni sus allegados escapan a sus decisiones crueles.
El sistema imperante en Corea del Norte desconoce las libertades individuales y los derechos humanos. Aunque es un régimen completamente cerrado, siempre se filtran noticias que dan cuenta de sus atrocidades. El reciente informe publicado por la ONU corrobora que en esa nación asiática se perpetran ‘masivas y sistemáticas’ violaciones de los derechos humanos. No obstante el estricto control que impide la salida de noticias hacia el exterior, la represión, condenas a muerte, persecución y violencia en Norcorea por su gobierno, las conoce la comunidad internacional. También está enterada de hambrunas que suele padecer este pueblo oprimido por el despotismo, que invierte sus recursos en armas y soldados. Tiene uno de los ejércitos más grandes del mundo, además, armas atómicas, que le han valido sanciones económicas de Occidente.
Los datos allegados por la ONU revelan "exterminio, asesinato, esclavitud, tortura, encarcelamientos prolongados, violencia sexual, abortos forzosos, privación de alimento, desplazamiento forzoso de poblaciones y persecución por motivos políticos, religiosos, racionales o de género". Existen campos de prisioneros que recuerdan los gulag de la URSS. Estos hechos oprobiosos tienen características de crímenes contra la humanidad.
La comisión del organismo internacional ha comparado las atrocidades cometidas por el régimen norcoreano con las perpetradas por los nazis y ha recomendado remitir el caso al Tribunal Penal Internacional (TPI) y acusar a dirigentes como el líder norcoreano, Kim Jong Un. Hay material suficiente para llevar al responsable o responsables ante un tribunal internacional. Esto no parece fácil en un sistema totalitario como el de Pyongyang, con un aparato militar poderoso. Sin embargo, el hecho de que la opinión mundial conozca lo que allí ocurre es un paso importante para pedirle cuentas al régimen.