* Pros y contra de baja en tasas de interés
* Crisis externa tiene un rumbo incierto
En medio de una economía interna que está en innegable proceso de desaceleración, producto de una crisis internacional cuyos efectos nocivos se extienden inexorablemente a todo el planeta, buena parte de las miradas hoy en Colombia estarán concentradas en la junta directiva del Banco de la República, instancia que en las últimas semanas ha sido blanco de múltiples solicitudes de distintos sectores gubernamentales y gremiales para que considere la posibilidad de rebajar sus tasas de interés.
Las peticiones se basan en la urgencia de dar más dinamismo a la economía real, sobre todo después de que los últimos informes del DANE y sectoriales advierten un enfriamiento de la industria manufacturera, ventas del comercio, construcción, actividad bursátil y exportaciones. A ese panorama otros analistas le suman aspectos más gravosos como una reactivación a media marcha de las obras públicas de infraestructura, el efecto nocivo de la revaluación del peso, un menor flujo de recursos de inversión en las regiones por cuenta del lento arranque del nuevo sistema de regalías y las crisis sectoriales en algunos rubros del agro, entre otros aspectos. Quienes defienden que el Banco baje en, por lo menos 25 puntos básicos sus tasas de interés, sostienen que una medida en ese sentido no impactará el escenario macroeconómico, puesto que la inflación se encuentra controlada, las tasas de consumo y endeudamiento de los hogares están en márgenes razonables, así como el desempleo y el Producto Interno Bruto.
Aunque podría pensarse que dada la coincidencia entre el sector público y privado sobre la urgencia de abaratar el costo del crédito y el dinero, el Emisor debería actuar en consecuencia, hay analistas que opinan que las políticas macro del Banco continúan siendo muy ortodoxas y cautelosas, por lo que bien podría decidirse por mantener su tasa de intervención en 5,25 por ciento, y esperar a la evolución del clima económico interno y externo en agosto para decidirse a mover los intereses hacia abajo.
Incluso hay voces de expertos que consideran que la economía colombiana debe variar la hoja de ruta, pues hasta el momento las políticas macro aplicadas le han permitido mantenerse a flote pese al clima externo adverso. Afirman que por más atractivas que pueden parecer medidas dirigidas a dinamizar los mercados internos, a través de un mayor flujo de liquidez y un costo del dinero más barato, al final es mejor mantener la ortodoxia anticíclica pues todavía no hay claridad sobre qué tanto se puede agravar la crisis externa. Es obvio, por ejemplo, que si la descolgada en España llega a complicarse aún más, llegando al extremo de verse obligada a pedir un rescate global, eso retumbará en toda la economía mundial de forma muy nociva.
También están los expertos que creen que antes que pensar en una rebaja en las tasas de interés del Emisor, cuyos efectos no se ven de inmediato en el sector real de la economía, lo mejor es urgirle al Banco que corrija su política cambiaria y opte por intervenir de una forma más agresiva el mercado de capitales, con el fin de fortalecer la divisa y llevarla, de nuevo, por encima de los 1.800 pesos. Así, el menor dinamismo exportador se podría compensar con una mayor rentabilidad de lo vendido.
Como se ve, no se trata de un asunto de fácil trámite el que hoy estará en análisis en la junta del Emisor. Y menos aún cuando si algo ha quedado claro en la crisis europea es que las decisiones apresuradas de algunos bancos centrales nacionales terminaron siendo protagonistas en las crisis locales y su coletazo comunitario.
Habrá que esperar que el Banco tome la mejor decisión. Quiérase o no, hasta el momento sus políticas macroeconómicas mantienen a Colombia a flote y de allí su cautela extrema para adoptar medidas que puedan considerarse arriesgadas. Pasado el mediodía se verá el humo blanco y vendrán los análisis.