* La acertada escogencia de Villar
* Reactivación sólida, el nuevo norte
A lo largo de las últimas dos décadas el Banco de la República se ha distinguido como una de las instituciones con mayor solidez y seriedad en nuestro país. De hecho, prestigiosos galardones internacionales lo han reconocido como ejemplo de manejo macroeconómico maduro, ortodoxo, independiente y moderno. Los diagnósticos y evaluaciones de firmas calificadoras de riesgo, la banca multilateral y otros organismos locales y externos coinciden en que el Emisor es la mayor prenda de garantía de estabilidad sectorial en Colombia, y prueba de ello es que al cierre de 2019 el país encabezaba el top de crecimiento latinoamericano pero luego irrumpió la pandemia y su grave coletazo en todos los órdenes.
Así las cosas, la escogencia de Leonardo Villar como nuevo gerente del Emisor ratifica esa hoja de ruta del banco central y transmite una señal de confianza y estabilidad, no solo en la preservación de los factores macro de la economía sino en la estrategia que se viene aplicando para ayudar al Gobierno, el sector privado y la población en general a amortiguar el impacto recesivo de la crisis sanitaria.
Villar es un economista con toda la experticia y trayectoria pública y privada para suceder al saliente gerente Juan José Echavarría, quien declinó buscar su reelección. De hecho, ya estuvo doce años como codirector del Banco (1997-2009) y conoce a profundidad su funcionamiento y la importancia de las decisiones que toman allí sobre materia cambiaria, monetaria, tasas de interés, perspectiva inflacionaria y de seguimiento a todos los factores macro y micro que influyen en el tracto económico.
Aunque algunos sectores han tratado de introducirle un sesgo político a la elección del nuevo gerente del Banco y calificarla como una derrota del Gobierno, toda vez que a la ronda final de escogencia por parte de la junta directiva llegaron Villar y el ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla, no hay tal. Fue la administración Duque la que en septiembre de 2018 designó al entonces director de Fedesarrollo como director ejecutivo alterno del Fondo Monetario Internacional en representación de nuestro país. Y desde ese cargo el economista fue determinante para que el ente multilateral renovara y ampliara, a petición de la cartera de finanzas hace tres meses, la línea de crédito flexible para Colombia por 17.200 millones de dólares, con el fin de disponer de recursos para destinarlos tanto al plan de contingencia para enfrentar la pandemia como al billonario esquema de reactivación social y económica que la Casa de Nariño delineó para dejar atrás el clima recesivo.
En ese orden de ideas, la llegada de Villar a la gerencia del Banco de la República no debe ser politizada. Por el contrario, lo que ratifica es la voluntad permanente del Emisor para seguir acompañando la estrategia de contención de la emergencia y su superación, preservando en todo momento la autonomía institucional, que es una de las garantías constitucionales de mayor tradición y eficacia en nuestro país.
Villar asume en una coyuntura complicada pero esperanzadora al mismo tiempo. Tanto la inflación como las tasas de interés de referencia están en los porcentajes más bajos de las últimas décadas, lo que comprueba el perfil acertado de la política macroeconómica en nuestro país. La tasa de cambio, asimismo, se encuentra controlada dentro de las proyecciones hechas para el segundo semestre. Lo alarmante es que 2020 podría cerrar con la caída del Producto Interno Bruto más grave de los últimos años, que en el mejor de los casos estaría alrededor de -7%. Obviamente es un indicador muy negativo pero no tan dramático como el que se proyectaba mediados de este año, en medio de la fase más dura de la crisis sanitaria y cuando el desempleo alcanzó a treparse hasta un 25%. Ya hoy la tasa de desocupación se redujo a menos del 15%, a lo que se suma que las perspectivas sobre el rendimiento de este último trimestre son marcadamente optimistas, evidenciando que la reactivación productiva está en marcha y a pasos más acelerados que en otros países de la región.
Visto lo anterior, queda claro que el Banco tiene una responsabilidad superlativa dentro de todo mecanismo del sector público y privado para recuperar la economía del peor año en las últimas décadas. Villar y el resto de los codirectores (dos de los cuales serán renovados en 2021) son prenda de garantía para una política monetaria, inflacionaria y de crecimiento sólida, moderna y sobre todo con el suficiente nivel de audacia y dinamismo que exige una coyuntura tan difícil como la de la pospandemia.
Hay muchas propuestas sobre la mesa sobre lo que podría hacer y no hacer el Emisor para ayudar a superar semejante contracción productiva. Lo importante es que todas se analicen objetivamente y se apliquen aquellas pertinentes, útiles y acordes con la hoja de ruta ponderada y efectiva que ha seguido el Banco, principal prenda de garantía de una economía estable, confiable y resiliente como la colombiana.