Elecciones en el Cono Sur | El Nuevo Siglo
Sábado, 26 de Octubre de 2019
  • Duelos de fondo en Argentina y Uruguay
  • Bolivia, entre dictadura y democracia
     

La balanza geopolítica de Suramérica está afrontando una nueva prueba de fuego. A los comicios presidenciales de Bolivia, el domingo pasado, cuyos polémicos escrutinios tienen en vilo la democracia en ese país, se suma que mañana Argentina y Uruguay también van a las urnas. Lo hacen en medio de una situación política complicada para el Cono Sur del continente, sobre todo después de las violentas protestas sociales en Chile en la última semana.

En Argentina, por ejemplo, se llega al fin de una campaña muy reñida en el que la ciudadanía tendrá que definir entre dos proyectos de gobierno y modelos políticos e ideológicos muy distintos: el del conservador y presidente-candidato Mauricio Macri, y el de aspirante de la izquierda kirchnerista Alberto Fernández, quien lleva como fórmula presidencial a la dos veces exmandataria Cristina Fernández, enjuiciada por corrupción. Las últimas encuestas ponen a la cabeza a este último, pese a que tras la sorpresiva derrota en las elecciones primarias meses atrás el titular de la Casa Rosada redobló su ofensiva proselitista en pos de captar el voto de los indecisos y convencer a sus compatriotas del riesgo de volver a las épocas del populismo izquierdista.

No la tiene nada fácil Macri. Son lentos los resultados de los  ingentes esfuerzos de su gobierno por reactivar la economía de la otrora potencia continental, incluyendo la inyección de más de 50 mil millones de dólares prestados por el FMI. El imparable aumento de la pobreza y el descontento de los sectores populares aumentan, en tanto la clase media se siente golpeada por la carga de impuestos y la inflación. El Presidente-candidato insiste en que la difícil corrección del rumbo va por buen camino y recalca su lema de campaña, “Sí se puede”, no solo para ratificar que el país saldrá finalmente adelante sino para revertir un escenario preelectoral desfavorable. Ha logrado convocar a las masas en grandes marchas y confía en que, a la hora de las urnas, cale su mensaje de no volver al caótico pasado de quiebra económica, populismo y corrupción rampante. Sin embargo, entre los millonarios e inversionistas que lo acompañaron en el gobierno y la primera vuelta, son varios los que ya abandonaron el barco, afectando incluso la financiación de la campaña.

Entretanto, Fernández se muestra muy confiado del triunfo, al punto que hasta confecciona gabinete y promete negociar, a partir del día uno de su gestión, con la banca multilateral, con miras a revertir la crisis fiscal y fomentar el crecimiento económico con sensibilidad social. Pese a su ventaja en la antesala electoral juegan en su contra los discursos agresivos de la izquierda que pretenden desde la expropiación a los sectores ricos -al estilo de Venezuela-, pasando por una canasta familiar “gratis” y hasta la formación de milicias urbanas pagas por el Estado. El candidato kirchnerista ha tomado distancia de esas propuestas extremas y ratifica que es un demócrata convencido, ya que sabe que la vapuleada clase media es muy fuerte y no se va a dejar maltratar, como sí lo hace la dictadura chavista con su pueblo.

Hoy también Uruguay escoge Jefe de Estado. El escenario político es incierto. Daniel Martínez, candidato del Frente Amplio, coalición de izquierda que gobierna desde hace 15 años, aparece primero en las encuestas, pero crecen los sectores que piden un cambio de gobierno ya que hay un creciente cansancio nacional por un mandato refugiado en el poder de la burocracia y las redes sindicales, que arrastra un amplio desgaste y sus resultados en desarrollo se tornan cada vez más modestos. El opositor más sobresaliente es Luis Lacalle, líder y candidato del Partido Nacional, de centroderecha, y quien intenta por segunda vez llegar al poder. Es un abogado joven, cuyo padre fue presidente. Los analistas consideran que su mayor apuesta es forzar a una segunda vuelta en la que todos los sectores que están por el cambio y la renovación lo lleven a superar al Frente Amplio.

De otro lado, en Bolivia, que fue a las urnas el domingo pasado, hoy todo es confusión y la democracia está en vilo. La oposición, en cabeza del candidato presidencial Carlos Mesa, denuncia que Evo Morales se tornó en dictador, no solo porque desconoció el referendo que le prohibía postularse a un cuarto periodo, sino porque ahora se proclamó reelecto pese a un cuestionado y sospechoso escrutinio. Para devolverle la tranquilidad y la legitimidad a la democracia  boliviana lo más prudente y conveniente es que, tal como lo reclama la OEA, se vaya a una segunda vuelta presidencial.

Hay, pues, mucho en juego en estas tres elecciones. No solo por la balanza geopolítica en un continente que en los últimos años había visto a la centro derecha recuperar terreno sustancialmente, sino porque los modelos de país y gobierno que se están planteando tienen amplias diferencias, lo que obliga a argentinos, uruguayos y bolivianos -si es que se lograr ir a segunda vuelta- a entender que en cada voto se están jugando mucho de su futuro a corto, mediano y largo plazos.