En Brasil, el Partido de los Trabajadores parecía destinado a eternizarse en el poder, con la oposición y sin un jefe capaz de reorganizarla, hacer alianzas y presentar un modelo económico-político que pudiese rebatir el discurso populista y asistencialista del gobierno. Aun en las peores circunstancias se esperaba que las pasadas elecciones presidenciales las ganara la presidenta Dilma Rousseff, quien podría garantizarle un seguro regreso al poder al expresidente Lula, al estilo de otros gobiernos de izquierda de la región. Como en lo política lo inesperado cuenta, apareció en el firmamento político Aécio Neves, que parecía un político contemporizador, acusado de rodearse de amistades de la farándula y atractivas modelos, que no estaría por desafiar el régimen, dado que controlaba la política de Sao Paulo y eso colmaría sus ambiciones.
El impredecible Neves se lanzó al ruedo y desafió al régimen, al convocar a las gentes de todas las tendencias a darle un vuelco a la política de su país. Así como no vaciló en denunciar la corrupción del sistema, principalmente de Petrobras, en donde durante el gobierno de Lula, la señora Rousseff presidia la Junta Directiva de la misma. En la campaña electoral la Presidenta esquivó el debate sobre Petrobras y los tiempos no coincidieron entre las confesiones de los incriminados, la campaña electoral y las investigaciones judiciales, que muestran cómo desde 2002 al 20013 el PT, recibió millones de dólares por cuenta de sobornos y negociados petroleros sucios. Hasta las denuncias de Neves, los grandes negocios de la burocracia oficial habían quedado en la impunidad. El Procurador les dijo a los medios de comunicación que en Brasil apenas se detenia a "negros, pobres y putas", por lo que la detención de varias docenas de directivos de Petrobras y contratistas, ha producido un verdadero cataclismo en el país que aún no ha sido digerido por la población. En esta oleada de denuncias que ponen a temblar al gobierno ha sido fundamental el papel de la prensa con Folha de Sao Paulo.