- Las crisis en Perú, Ecuador y Bolivia
- OEA tiene a la mano Carta Democrática
Compleja y explosiva. Así se puede describir la situación política en la mayoría de los países del área andina. Ya no solo es el problema de Venezuela y la crisis general en esa nación, por cuenta de la dictadura chavista que se empeña en aferrarse al poder sin importarle la tragedia que soporta su atribulada población, sino que el clima de inestabilidad institucional se ha ido extendiendo, como un rastro de pólvora, al resto de la región.
En Perú, por ejemplo, los últimos días han sido críticos, ya que la decisión, la semana pasada, del presidente Martín Vizcarra de clausurar el Parlamento y citar a elecciones de este para enero próximo, llevó a que las mayorías opositoras del Congreso, encabezadas por el fujimorismo, lo intentaran deponer y reemplazarlo por la Vicepresidenta. Sin embargo, la maniobra de esos partidos no surtió efecto ya que tanto el poder judicial como las Fuerzas Armadas así como el grueso de los sectores económicos, institucionales y sociales respaldaron al Jefe de Estado, que ha venido encabezando una lucha abierta contra la corrupción. Como se sabe varios exmandatarios incas están procesados, presos o pedidos en extradición por el escándalo de sobornos de Odebrecht, que también se ha llevado por delante a muchos dirigentes políticos (incluyendo a la excandidata presidencial Keiko Fujimori), parlamentarios, altos funcionarios y empresarios.
Si bien Vizcarra parece haberle ganado este pulso a la oposición, que venía bloqueando su gobierno desde el comienzo de su mandato, todavía están pendientes de fallo varias causas judiciales impulsadas por los depuestos parlamentarios contra la disolución del Congreso, bajo la tesis de que el Ejecutivo no tenía la facultad para proceder en esa dirección. Y, por igual, sigue latente la posibilidad de citar a comicios generales extraordinarios, es decir parlamentarios y presidenciales,
Pero si en Perú llueve, en Ecuador no descampa. La decisión días atrás del presidente Lenín Moreno de desmontar los subsidios a los combustibles, lo que impacta fuertemente el costo de vida, generó un alzamiento popular, sobre todo de los beligerantes sectores indígenas, que en el pasado han puesto en jaque a no pocos gobiernos e incluso forzado su remoción. Las protestas tienen al país en estado de crisis, con paros en distintas regiones y crecientes enfrentamientos entre manifestantes y Fuerza Pública. La delicada situación de orden público llevó, incluso, a que el Jefe de Estado se viera forzado ayer a trasladar la sede de gobierno a Guayaquil ante el riesgo de que la toma de Quito por parte de miles de indígenas pusiera contra las cuerdas al Ejecutivo.
A ello se suma que la oposición a Moreno, encabezada por su otrora aliado y hoy máximo contradictor, el expresidente Rafael Correa (que es buscado por la justicia de su país) esté planteando la posibilidad de adelantar los comicios para Jefe de Estado. Ante ello este último no dudó en señalar que su antecesor estaba actuando en connivencia con el régimen dictatorial de Nicolás Maduro para desestabilizar a Ecuador. Esa denuncia tuvo de inmediato eco a nivel regional y varios gobiernos suramericanos salieron a respaldar la institucionalidad en esa nación y rechazar toda injerencia externa.
En Bolivia el ambiente también es tenso toda vez que hay protestas en distintas partes del país por parte de sectores que no solo demandan cesiones en materia económica y social, sino que se oponen a la posibilidad de que el presidente Evo Morales pueda acceder a un cuarto periodo consecutivo en los comicios del próximo 20 de octubre. Si bien es cierto que las encuestas evidencian que el mandatario de origen indígena podría perder en las urnas, ya sea en primera o segunda vueltas, para muchos de sus compatriotas es claro que su aspiración carece de legitimidad porque está desconociendo el resultado de un referendo de 2016 que le negó la posibilidad de postularse de nuevo. Paros en el sector salud, gasífero, minero y otros, así como el crispado ambiente político, tienen a la nación del altiplano en uno de los escenarios electorales más tensos de las últimas décadas.
Como se ve, el vecindario andino parece un polvorín. Colombia, el quinto país de la región, obviamente también atraviesa problemáticas en distintos frentes, pero ninguna de ellas, como sí ocurre en el resto de las naciones hermanas, están poniendo en riesgo la estabilidad democrática e institucional.
Hay que hacer votos para que las crisis en el vecindario se puedan solucionar de manera pacífica, sin que se llegue a romper el hilo democrático ni el orden legal ni constitucional. La Organización de Estados Americanos debe estar atenta al desarrollo de los acontecimientos y dispuesta a activar, si es del caso, los mecanismos de la Carta Democrática.