*Expectativa por nueva hoja de ruta
*Los múltiples desafíos de Echeverry
La llegada del exministro Juan Carlos Echeverry a la presidencia de Ecopetrol al comienzo de esta semana marca, sin duda, una etapa trascendental para la petrolera en momentos en que el mercado de los hidrocarburos atraviesa una de las coyunturas más difíciles de la última década, ya que la descolgada en el precio del “oro negro” que comenzara a mitad del año pasado, no se ha revertido y la cotización del barril de crudo apenas si supera los 50 dólares el barril.
Existía expectativa sobre el impacto bursátil que tendría el anuncio de la nueva hoja de ruta de la compañía y, al decir de la estabilidad en el precio de la acción esta semana, se puede concluir que la estrategia de corto, mediano y largo plazos delineada por el nuevo timonel generó confianza y optimismo. Lo importante ahora es pasar de las palabras a los hechos, para que los títulos valor de la empresa empiecen a recuperar lenta pero sostenidamente los niveles de hace dos años, en lo cual, obviamente, depende en gran parte de lo que pase en los mercados globales y la llamada “geopolítica petrolera”.
Por el momento, toda la expectativa se centra en la línea de acción estratégica que marque el informe que se le encargó a la prestigiosa consultora estadounidense Boston Consulting Group, que debe fijar el horizonte de desarrollo empresarial de Ecopetrol por lo menos hasta el 2030. Dicho informe se entregará en próximos días, aunque es claro que sus énfasis van en la misma dirección de los planes anunciados por Echeverry al posesionarse. Planes que se centran en maximizar y hacer más eficientes los ejes de exploración, producción, transporte y refinación, bajo la tesis de que en la medida en que el valor agregado de cada uno de esos frentes aumente, la compañía tendrá más margen de acción para superar con solidez esta época de vacas flacas, frente al cual ya la compañía aplicó un recorte en materia de inversiones, costos y gastos fijos en un porcentaje importante. Debe tenerse en cuenta que el informe en ciernes no está basado en esa coyuntura ni en aspectos tan puntuales como la restructuración administrativa o la superación de los escándalos de corrupción recientes, sino en señalar lo que debe ser el nuevo foco estratégico de la empresa. Énfasis relacionados seguramente con una exploración más eficiente, cualificada y rentable, el consecuencial aumento de la producción por encima del millón de barriles, la mejora en la línea de transporte de crudo y derivados así como el incremento del nivel de refinación, rubro este en donde una de las claves será la entrada en plena operación en pocos meses de la modernizada refinería de Cartagena y el proyecto para la planta de Barrancabermeja. Si algo han demostrado las multinacionales del sector que mejor están capoteando la crisis, es que el ajuste en esos frentes y la generación de los valores agregados termina siendo más que una tabla salvavidas temporal, una garantía de solvencia operacional y financiera permanente.
Es claro que hay retos puntuales que deben enfrentarse combinando audacia y experticia. Temas como la incursión en la tecnología de fraccionamiento hidráulico, la operación de los campos que regresan a la Nación y la compañía por el término de las concesiones, la apropiación eficiente de las nuevas tecnologías sectoriales para producción limpia y una mayor tasa de éxito en la exploración, el abordaje de mercados para hidrocarburos refinados y otros segmentos del negocio, así como mantener en el corto plazo un potable manejo de la deuda y la liquidez, rentabilizar lo más posible la venta de activos accionarios de Ecopetrol en el sector energético y gasífero y apuntalar las operaciones costa afuera y en el extranjero, especialmente en el Golfo de México, se convierten en indicadores trascendentales para la gestión que comienza Echeverry.
Ya resulta una obviedad advertir que el rumbo de la petrolera colombiana, que tiene a la Nación como su mayor accionaria y 400 mil particulares con títulos valor en un porcentaje cercano al 10 por ciento, es clave no sólo para las finanzas públicas y el sector real de la economía, por el efecto transversal que tiene en el día a día productivo del país. Sin embargo, en medio de un clima de incertidumbre y desaceleración económica como el que ya se siente en este 2015, la necesidad de que la compañía sea más eficiente y rentable se hace aún más urgente. Tenemos confianza en que su nuevo presidente y el equipo que lo acompaña, que viene en gran parte de la anterior administración y es garantía de experticia y objetividad en la toma de decisiones, sabrán capitanear la empresa en medio de este mar picado pero en el cual se ha demostrado capacidad para navegar sin perder el norte.