*Comenzó segunda vuelta
*La hora de las definiciones
Los comentaristas extranjeros y casi todos los medios de comunicación están acordes en señalar la enorme trascendencia del momento político que estamos viviendo como consecuencia de los resultados electorales de ayer. Escrutado el 99.97 por ciento daba los siguientes resultados: Óscar Iván Zuluaga 3.759.971; Santos: 3.301.815; Marta Lucía Ramírez 1.995.698; Clara López 1.958.414; Enrique Peñalosa 1.065.142. Voto en blanco 770.610. Con una abstención aproximada del 60 por ciento de los 33 millones que pueden votar, apenas sufragaron 13.216.402. Y si observamos los resultados teniendo en cuenta que el que más votos sacó fue el candidato del Centro Democrático, lo real es que no tendría sino el 10 por ciento de respaldo del potencial electoral del país y que junto con el presidente Juan Manuel Santos alcanzarían el 20 por ciento. En una nación que avanza a un proceso de paz se requiere un respaldo popular mayoritario para negociar y hacer realidad una política de entendimiento que consiga quebrar la voluntad de los violentos que puedan insistir en que en el país se derrame más sangre inocente y siga la ominosa autodestrucción por cuenta de los crímenes cometidos por la subversión.
Para conseguir esas mayorías que apoyen la política de paz o que, por el contrario, estén por proseguir con la guerra, en un caso como en el otro, requieren de un inmenso respaldo del pueblo. Es precisamente la segunda vuelta la que le permitiría en teoría a las masas definir el rumbo de Colombia. Lo que significa que la segunda vuelta se convierte en la lucha política más ardorosa que se haya vivido en situación electoral anterior en el país. Nos jugamos en la segunda vuelta el destino de la Patria, la suerte de las nuevas generaciones, la posibilidad de instaurar definitivamente la civilidad y la democracia, como corresponde a una realidad política en la que los factores económicos positivos se multiplican día a día. Muy seguramente las diversas fuerzas políticas se sorprendieron con un potencial de votos inesperado desde distintos sectores de la opinión, puesto que se beneficiaron inesperadamente de la agria disputa y el escándalo que desataron las denuncias contra los Hacker y la supuesta entrada de dineros calientes a una de las campañas. La dura lucha por el poder entre los dos principales candidatos se transformó en un campo minado donde por cuenta de las pasiones encontradas se desdibujó el debate ideológico y se abandonaron las propuestas programáticas y de desarrollo del país, para dar paso a las insidias y ataques despiadados, acompañados del espectro de la judicialización de las campañas, fenómeno desconocido hasta entonces en Colombia.
Tres expresidentes de la República se la jugaron cada cual con su candidato.
Entre los comentaristas del exterior cuyas predicciones acertaron sobre lo que pasaría el domingo es de reconocer que Jaime Baily y Vargas Llosa, hijo, con poco más de una semana de diferencia acertaron en su pronóstico, advirtiendo que muy seguramente ganaría la primera vuelta Zuluaga. Lo que significa que para la segunda vuelta no se juega con cartas marcadas, el traslado de votos de candidatos que recibieron apoyo de distintos sectores no es automático ni seguro. En tal sentido es de reconocer la madurez que ha mostrado el pueblo colombiano en las pasadas elecciones en donde las gentes votaron por las alternativas de un variado menú electoral, en el cual se destaca la valía de todos los candidatos, su preparación y la ponderación que los distinguió en los debates a los que asistieron. Lo mismo que se debe resaltar y agradecer el papel de las Fuerzas Armadas, que en el extenso territorio nacional consiguieron que en medio de una campaña presidencial crispada por los nervios y antagonismos las elecciones transcurrieran en absoluta paz. Cabe también la cálida felicitación al registrador nacional, Carlos Ariel Sánchez, quien había anunciado que presidiría unas elecciones pulcras y sin fraude, cuyos resultados se darían a conocer de la forma más rápida posible, como en efecto ocurrió.
Diversos comentaristas y gentes de distintas tendencias políticas apoyaron los nombres de Marta Lucía Ramírez y Clara López, o Enrique Peñalosa, dejando la advertencia de que su voto en la segunda vuelta sería reflexivo. Esa afirmación sintetiza el querer de la gran mayoría de los colombianos que esperan un debate para la segunda vuelta de gran lucidez intelectual y sabias propuestas de gobierno, para definir su apoyo.