Los hermanos siameses
La cumbre bilateral en Cartagena
Las relaciones entre Colombia y Venezuela están signadas por el marco geopolítico común, que visto desde Caracas o desde Bogotá, nos muestra que habitamos un espacio con un medio, población, intereses, necesidades y ambiciones comunes y complementarias. Los extranjeros que visitan a Venezuela y Colombia, se asombran de las similitudes entre ambas naciones, en sus distintas variantes de población sea de la costa, de las zonas montañosas y de los llanos. Y en muchos casos no se explican que meros asuntos personalistas de antipatía mutua entre Santander y Páez, con sus respectivas camarillas imbuidas de ambiciones políticas de campanario, al morir el Libertador Simón Bolívar se desintegra su obra magna de la Gran Colombia. Sin que las elites pensantes de Bogotá o Caracas se resintieran por el impacto negativo en todos los órdenes que implicaba la segregación de las partes que con la ruptura con Ecuador, sumiría en la debilidad a ambas naciones durante el siglo XIX y el XX. Tal miopía geopolítica no se explica y aún hoy día resulta inexcusable. Vanos resultaron los intentos del general Tomás Cipriano de Mosquera, por volver a conformar la Gran Colombia, cuando convocó a la Convención de Rionegro a delegados de Venezuela de la talla de Leocadio Guzmán Blanco y se facilitaba la nacionalidad colombiana a los nativos de los países vecinos que residieran aquí y manifestaran la vocación de ser colombianos. Es increíble, que mientras Alemania y Francia, que estuvieron enzarzadas en varias guerras, dos de ellas mundiales, trabajan hoy unidas en la UE, En tanto, Venezuela y Colombia, carezcan de políticas comunes de largo aliento.
La división artificial entre Colombia y Venezuela es semejante a la de dos hermanos siameses separados y condenados a vivir contra su voluntad al antagonismo. La historiográfica mejor documentada tiene claro que las potencias de la época conspiraron contra la Gran Colombia, que en ese entonces tenía el mismo tamaño que los Estados Unidos, más riqueza natural y una población similar, con más universidades que el país del Norte. En documentos de la época de las cancillerías europeas se especulaba sobre el poderío que tendría la nación conformada por el Libertador de mantenerse unida y consolidar voluntades para el desarrollo pacífico. A finales del siglo XX Carlos Lleras Restrepo y Raúl Leoni, junto con otros gobernantes hispanoamericanos, formalizaron el Pacto Andino que se convirtió en el salvavidas de la economía de los países miembros. Se creó la Corporación Andina de Fomento, que consiguió financiar ambiciosos proyectos en nuestros países, con miras al desarrollo común.
Al finalizar la guerra fría en el mundo avanzó el vecino país por el rumbo del socialismo del siglo XXI y se apartó de Colombia, para mirar a Brasil y el Mercosur, creció la hostilidad durante los regímenes del comandante Hugo Chávez y Álvaro Uribe, varias veces al borde de la ruptura diplomática. En Santa Marta el presidente Juan Manuel Santos y su homologo Hugo Chávez, en una movida audaz y sorpresiva, descongelaron las relaciones y entraron en acuerdos para restañar las heridas y restablecer los lazos bilaterales, a sabiendas de la presencia de efectivos de la Farc en el vecino país. La distensión produjo resultados positivos en cuanto el comandante Chávez apoyó las negociaciones de paz del Gobierno nacional y las Farc en La Habana.
El candidato Nicolás Maduro recibió el apoyo de Santos en Lima, para que se reconociera su elección y después se investigaran las denuncias de fraude de la oposición, lo que facilitó el reconocimiento de otros países. A partir de ese momento los esfuerzos por alcanzar una paz negociada en La Habana han contado con el apoyo del Gobierno de Venezuela, que mantiene la crucial ayuda petrolera a Cuba. Lo que explica que los dos gobernantes coincidieran en manifestar en la cumbre bilateral que sostuvieron ayer en Cartagena, el firme apoyo al proceso de paz. Santos agradeció a Venezuela su respaldo a la política de entendimiento y Maduro dijo que está cerca “el día bendito de la paz”. Es evidente que Colombia y Venezuela han postergado grandes proyectos bilaterales de desarrollo benéfico para los dos países, cuando están llamadas a evolucionar dentro los dictados geopolíticos del desarrollo común, por encima de disensiones ideológicas.