Bogotá es una megalópolis de 8, ó mas millones de habitantes, gran parte de los problemas que aquejan a la ciudad van de lo pequeño a lo macro; un habitante en promedio produce x cantidad de basura, los seres humanos desde que nacen, viven y mueren generan detritus en grandes cantidades. Las cifras de desechos de la ciudad son impresionantes; se calcula que vamos por cerca de 4.000 toneladas diarias de desperdicios, que hasta esta semana eran recolectados de manera eficiente por empresas privadas. Sistema al que se llegó, durante la alcaldía de Andrés Pastrana, que debió enfrentar la politización e ineficacia de la EDIS, que se había convertido en el cuartel de los grupos políticos a la caza de votos cautivos. Por licitación se le da la oportunidad al sector privado para recolectar y movilizar la basura hasta el extremo sur de la ciudad en el relleno de Doña Juana, el más grande de Hispanoamérica y donde se depositan 3.600 toneladas diarias de residuos. Por el desacuerdo entre el Distrito y la CAR, esta última entidad no le renovó el contrato de arrendamiento del extenso terreno que vence el año entrante a la capital. Resolver tan grave asunto es un tema fundamental que por ahora está en el aire. El manejo de detritus es un gran reto de la administración de las grandes urbes, no puede darse un medio saludable sin un eficiente control sanitario. Cuando falla la recolección de basura se presentan los malos olores y la fetidez, que junto con las infecciones enrarecen el aire. Las cantidades de partículas de excrementos que se mezclan con el aire en Bogotá son impresionantes, en algunos casos mediante pruebas de laboratorio se ha comprobado que se contaminan hasta las salas de operaciones de algunos hospitales. Recolección de basura y calidad de vida están ligadas íntimamente. Si el aire que respiramos se contamina de residuos malignos, las enfermedades respiratorias y de toda índole afectan a los habitantes, lo que grava los costos hospitalarios y el gasto promedio en salud de los individuos y la sociedad. Cargar camiones destapados de basura y movilizarlos por la ciudad en una emergencia como la que se vive por la transición en la recolección puede degenerar en fatales efectos sobre el medio y los alimentos, al enrarecer más el ambiente. La basura es un problema que atañe a todos los citadinos sin distinción de clases sociales, puesto que todos debemos respirar la misma cantidad de aire según la capacidad pulmonar. Recolectar la basura se puede realizar por empresas públicas eficientes como las de Medellín, que en su tiempo fueron organizadas por Mariano Ospina Pérez, por el sector privado como hasta ahora se había estado haciendo en Bogotá con buenos resultados o por sistemas de organización comunal en algunos sectores. Lo mismo que con la colaboración de los recicladores, sector marginal de la sociedad que mediante el duro trabajo se gana la subsistencia, y que merece la atención de la sociedad. Tales sistema son susceptibles de un manejo mixto, según las reglas de juego que establece la administración y las que surgen de la necesidad, del apremio ciudadano en una emergencia. El negocio de las basuras es uno de los mas rentables en algunas urbes modernas, múltiples productos se pueden producir de los detritus urbanos. En Bogotá se tiene conciencia sobre la conveniencia de separar los desechos según su naturaleza. La tendencia moderna es la de reducir el tamaño del Estado en las ciudades, lo que es clave para la conducción y resolución de los problemas político-administrativos. Estatizar no siempre es lo mejor, siendo en ocasiones positivo, en ese campo, las Empresas Públicas de Medellín son el mejor ejemplo. Lo que nos muestra que no existe una fórmula única para disponer de los servicios y detritus urbanos. El señor alcalde Gustavo Petro es un recio político y orador con una visión particular y cambiante sobre la buena administración de Bogotá, que intenta ser eficiente, creativo y audaz. Viene ensayando con diversa fortuna uno y otro sistema en varios temas decisivos de infraestructura y manejo de los problemas. No se trata de la acción delirante de un mico en un pesebre, como sostienen con sorna sus detractores. Se la juega como administrador y defiende con ardor sus decisiones. Como todos los bogotanos seguimos expectantes de su gestión y esperamos ansiosos que acierte, nos esforzamos por interpretar sus intenciones y resoluciones administrativas. En nombre de la sociedad en vilo esperamos con la mas viva preocupación que resuelva el problema de la transición en la recolección de basuras antes de que se degrade más la vida colectiva y se produzca de improviso una mortal epidemia.