*Impulso al desarrollo
*Preguntémonos qué podemos hacer por la capital
La capital reclama el aporte de todos los habitantes, en especial de aquellos que conocen los problemas y se destacan por su capacidad de gestión en la empresa privada o en el sector público. Para que cómo en Roma nos preguntemos todos qué podemos hacer por la ciudad. No se trata de caer en manos de politiqueros, ni de teóricos y utopistas, ni menos en las de aquellos que se dicen antipolíticos. La política como tal entre los griegos tiene un origen, un significado que consiste en manejar los asuntos de la urbe. Se necesita orquestar un gran pacto por Bogotá con miras a devolverle el impulso y protagonismo que merece por sus ingresos, tamaño, necesidades y posibilidades de crecimiento. Resulta absurdo que Bogotá se rezague todos los días frente a las grandes metrópolis del mundo y en particular de la región, incluso de ciudades como Medellín.
No es posible que quienes hacen política en Bogotá evadan o desconozcan los problemas sociales más acuciosos de la urbe. La ciudad no puede convertirse impunemente en el centro de la competencia de los clientelismos no solamente locales, sino de grupos políticos de todo el país que se disputan los votos con sus maquinarias en la capital. En estos tiempos en los cuales llegan numerosos extranjeros a invertir, lo mismo que turistas y se acrecienta el interés en cooperar para el desarrollo, es común observar la sorpresa en sus rostros cuando se enteran de que una de las urbes más grande de Hispanoamérica no tiene Metro. Es prioritario purificar el río Bogotá, uno de los más contaminados del mundo. Tapar huecos y construir nuevas vías. Existen guetos en los cuales campea la delincuencia y el crimen organizado. Lo que contrasta con la cantidad de hoteles nuevos y lujosos que se inauguran, de centros comerciales que en sus vitrinas ofrecen mercancías colombianas y extranjeras para todos los bolsillos. Lo mismo que se distingue la ciudad por el número de universidades y alternativas culturales que ofrece, las cuales en muchos casos cuentan con excelentes cuadros de educadores, en tanto hacen esfuerzos por enviar a los profesores a que avancen en su formación en los mejores centros educativos de Occidente, como lo hacen Los Andes, La Nacional, la Universidad de Antioquia, la Sergio Arboleda, la Javeriana, el Cesa y otros centros educativos de prestigio. Aquello de la Atenas suramericana tiene algo de cierto, entre las minorías que se dedican a lo cultural, la música, la literatura, el teatro. Así como ofrece la capital el Festival de Teatro que se realiza cada año y que ha sido un éxito, en cuanto las distintas expresiones del teatro clásico y de lo más avanzado tienen cabida en el mismo, que congrega a espectadores locales e internacionales. La vocación cultural de Bogotá se manifiesta, también, en la gastronomía, puesto que contamos con restaurantes que rivalizan en calidad con los mejores de nuestra región, de Europa o de Estados Unidos. El arte local cuenta con notables pintores colombianos y extranjeros. Y una ventaja comparativa que pocas ciudades del mundo tienen y es el excelente clima de que gozamos, pese a las ocasionales lluvias que cumplen su cometido positivo ambiental. Es urgente, entre otras cosas, arborizar el entorno, con miles de árboles seleccionados e impedir la minería legal en los alrededores. Lo mismo que evitar que se eleven los precios de los comestibles, facilitando la venta de artículos frescos de los productores en diversos sitios de la urbe, así como reubicar a los vendedores ambulantes.
El fuerte de Bogotá está en lo industrial y lo comercial. Abastecer las necesidades de una urbe de 10 millones de habitantes requiere de buenas vías, de seguridad, de silos apropiados, de numerosas bodegas y zonas francas que faciliten los negocios. La Policía Metropolitana se ha convertido en una de las más eficientes, no solamente por la presencia activa de los agentes en los cuadrantes, los servicios secretos policiales son idóneos y silenciosos. Es lamentable que no hayamos tenido más visón y de una vez por todas se hiciera el aeropuerto de Bogotá en el Llano, como lo aconsejan aquellos que piensan en grande. Por fortuna se hacen notables esfuerzos por comunicar a la ciudad con esa región, que es donde se encuentra el centro de Colombia y es la zona más estratégica para desarrollar la periferia del país en el posconflicto.