El evangelio de paz | El Nuevo Siglo
Lunes, 10 de Febrero de 2014

Revanchismo criminal

La subversión y lo político

 

Las declaraciones del cardenal Rubén Darío Salazar cobran especial importancia en el momento político que vive el país, no  solamente por su condición de ser el más alto prelado de la Iglesia Católica en Colombia, sino por el hondo conocimiento de la realidad del país que le es propio por el contacto que tienen los sacerdotes con la opinión de los distintos estamentos de la sociedad para descifrar la conciencia colectiva, sino por interpretar los postulados del Papa Francisco, que es un defensor entusiasta de las posibilidades de una paz negociada entre nosotros. Por lo mismo el Cardenal advierte en entrevista en El Nuevo Siglo, de manera tajante, que: “La Iglesia Católica es promotora de la paz, el evangelio es un evangelio de paz, el Señor Jesucristo nos dijo ‘la paz os dejo, la paz os doy’”. Y aclara: “Pero eso no significa, por lo tanto, que la Iglesia tenga que estar de acuerdo con todo lo que se haga por la paz, o que tenga que apoyar todo lo que se haga por la paz”. Y sigue: “Nosotros desde un primer momento hemos apoyado las conversaciones de La Habana. Hubo un comunicado de la Iglesia cuando se empezó diciendo que saludábamos con alegría el que el Gobierno hubiese empezado a negociar con las Farc que anhelamos que se llegara pronto a un acuerdo. Esa política nosotros la mantenemos, nosotros pensamos que las conversaciones con las Farc en La Habana son conversaciones serias, que están avanzando y que por tanto vale la pena crear un clima de confianza”.

Para la Iglesia la paz no tiene color político y es un bien común de la sociedad civilizada. Por lo tanto, todas las propuestas políticas deberían propender a la paz. Desde ese aspecto la Iglesia, según el cardenal Salazar, analiza de manera cuidadosa los obstáculos que se presentan en el camino empedrado de negociar con un grupo armado que lleva en la guerra subversiva más de medio siglo. El primer gran obstáculo, que es esencial analizar y tener en cuenta, es que no se avanza con la diplomacia disuasiva y de paz, en un país de ángeles. El prelado católico piensa que: “En este momento el mayor obstáculo para alcanzar la paz es la terrible sed de venganza que se ha apoderado de los colombianos. En los corazones de los colombianos hay un deseo de revancha, hay un deseo de intolerancia, es como una sed de castigo que en el fondo no sino una sed de venganza”.

Por lo tanto para ambientar un clima de sosiego espiritual, de altura y comprensión del drama colombiano de la guerra y la exclusión en las zonas de la periferia golpeadas por la violencia y en las barriadas urbanas a donde se traslada el conflicto por parte de los desplazados y los ajustes de cuentas, sugiere el Cardenal que: “Debemos trabajar por el perdón; en Colombia han existido problemas serios, se han producido hechos tremendos que han causado que tengamos  millones de víctimas. Por lo tanto un proceso verdadero que conduzca a la paz, debe incluir el perdón, tiene que incluir la reconciliación, tiene que incluir la concertación, no podemos proponernos a ojo por ojo y diente por diente, porque así nos destruiremos los unos a los otros”.

Y el Cardenal va aún más lejos y con entera franqueza que sorprenden en un jerarca de su importancia y respetabilidad, de manera clara dice: “No es solamente la posibilidad, sino la necesidad de aplicar una justicia transicional,  porque indudablemente el conflicto armado que tiene más de 50 años, aunque se han cometido crímenes sumamente serios, sumamente graves, ha sido fundamentalmente un conflicto político y por lo tanto en ese caso hay que acudir a una justicia transicional. No se puede tratar a los guerrilleros como simples delincuentes comunes, hay que ver que ellos indudablemente han tenido un componente político, sumamente político que hay que respetarlo. Si queremos verdaderamente que el conflicto acabe y que podamos construir una sociedad reconciliada, tenemos que recurrir al perdón”.

Por tratarse de un tema tan delicado como la paz y la postura de la Iglesia al respecto, hemos transcrito de manera fiel, palabra por palabra, de las agudas declaraciones  del cardenal Rubén Salazar, a sabiendas de que suscitarán polémica. Somos conscientes de que todos los colombianos quieren la paz, están por la paz, hablan de paz a diario, pese a que al profundizar un tanto se observa que cada quien concibe la paz a su manera, por lo que prevalece una versión individualista, incluso, egoísta y parcializada, en tanto desde el punto de vista cristiano y de la doctrina conservadora, esa política de paz debe estar enmarcada en el bien común y el realismo. Puesto que como lo esclareció Bismarck, es el arte de lo posible.