El estamento militar | El Nuevo Siglo
Martes, 24 de Junio de 2014

La politización de las Fuerzas Armadas

Retórica tan vieja como la institución

Con  cierta frecuencia, generalmente, cuando se estrena un nuevo período legislativo los parlamentarios que llegan por primera vez o llegarán el próximo 20 de julio, van  cargados de proyectos con los que en teoría consideran que le pueden prestar un positivo servicio al país. Por estos días han aparecido propuestas que hacen referencia a intervenir en el rol y el papel que juegan las Fuerzas Armadas en Colombia, en donde éstas han tenido que librar un terrible conflicto interno con elementos subversivos que desde hace décadas fueron entrenados en el exterior y obedecen a un proyecto internacional en contra de la democracia y nuestro modelo de vida. Los políticos, por lo general, se ocupan en los asuntos privativos o relacionados con las Fuerzas Armadas, como es natural, partiendo de su personalísimo punto de vista ideológico, cuando profesan algunas creencias y no se trata de legisladores que compraron la curul para seguir haciendo negocios desde el Congreso, algo que en otros tiempos habría repugnado a todos y sus colegas que tenían alguna mística lo habrían rechazado como indigno y ofensivo de la majestad del Poder Legislativo.

Ya se sabe que los de la extrema izquierda abominan de las Fuerzas Armadas y los idiotas útiles a su servicio tienen la misma tendencia, con pocas excepciones. Por lo que de manera desenfadada en un país que ha vivido el azote de la violencia y el horror por más de medio siglo, con el reclutamiento de niños, la muerte de inocentes, el holocausto de millares de seres de la sociedad civil, de soldados y de políticos, como el caso del caudillo conservador Álvaro Gómez, que sigue en la impunidad y que las autoridades competentes contrariando la voluntad de la Nación que desea que se esclarezca el magnicidio, no han sido capaces de declararlo crimen de lesa humanidad. Están por  la abolición de las Fuerzas Armadas, por considerar que es uno de los principales baluartes del orden en la sociedad, que son ellas con su sacrificio e insomne vigilancia arma al brazo, las que han impedido que en nuestro país triunfe la subversión al estilo cubano. No les importa a los que están por eliminar a las Fuerzas Armadas que se degrade a un grado tal de violencia en el cual se involucione a los tiempos de la barbarie primitiva en los cuales no solamente se sacrifica al enemigo, en medio de un odio visceral hundían sus colmillos en la carne del contrario muerto o herido, preferiblemente en el corazón, en un demencial rito que, dicen los antropólogos, para al  engullir sus entrañas adquirir la fuerza del enemigo. Los ultra-radicales quisieran mandar al infierno al estamento militar, así como los ingenuos y los  idiotas útiles que les hacen el juego desde el sistema a quienes pretenden destruir la sociedad. Y no faltan las gentes de bien que piensan que la fuerza no se requiere para mantener la paz o defender las fronteras, puesto  que basta aprobar en el Congreso unas leyes severas para que estas se cumplan solas sin necesidad de tener unas Fuerzas Armadas disciplinadas, para que estén siempre dispuestas a defender el Estado constituido para preservar el orden y la sociedad.

No faltan, a su vez, los políticos de buena fe que dicen velar por  la sociedad y estar por la defensa de las Fuerzas Armadas, que consideran que lo mejor es politizarlas. Ellos creen que las Fuerzas Armadas con su formación, especialización y conocimientos en el arte de la guerra y la geopolítica, con su credo patriótico y sus buenas intenciones, de darles el voto y quedar  sometidas a las presiones políticas de los  partidos antagónicos, no corren riesgo de anarquizarse. Para el efecto, cuentan con datos de otros países y latitudes para justificar  su propuesta, en los cuales las Fuerzas Armadas tienen derecho al voto y se mantienen firmes en su disciplina. Olvidan citar todos aquellos países en los que  la politización de las Fuerzas Armadas, frente al descrédito de los partidos y sus pugnas intestinas y latrocinios, se han convertido en satrapías salvadoras de corte polaco-militar como en el Medio Oriente y otras regiones. No se dan cuenta de que en algunos países vecinos se han convertido los uniformados en  instrumento letal de la politización revolucionaria y en verdaderas tropas de ocupación, que son utilizadas para derribar a balazos a los que protestan, sin importar que sean mujeres o menores de edad indefensos, escolares o universitarios.