Para los nostálgicos del estalinismo y el maoísmo, la comparación de la existencia y desarrollo de las dos Coreas, ubicadas ambas en una misma península y cadena de islas, que se dividieron políticamente a raíz de la guerra civil que azotó a esa nación en el marco de la Guerra Fría, entre 1950 y 1953, debiera constituirse en un espejo que les permitiera comparar los abismos a los que conduce el comunismo cerril y las bondades del sistema de libre empresa.
Como se recuerda la Guerra de Corea, en la que participó un contingente de tropas colombianas que luchó al lado de los Estados Unidos, acabó con un alto el fuego, sin que se consiguiera que las partes acordaran un tratado de paz, dado que las viscerales divergencias ideológicas lo impedían. A partir de entonces ambos países han vivido en constante hostilidad y confrontación, bajo la tensión de un nuevo conflicto armado.
Corea del Norte, como una nueva Esparta trasladada al Asia, se ha concentrado en la producción bélica, incluidos los misiles y los ensayos nucleares para producir la bomba atómica y otras potentes armas de destrucción masiva. Corea del Sur, tras un régimen de autoridad democrática, avanzó en desarrollar la agricultura y fortalecerse en algunos rubros de la industria. Así, ambos países con la misma raza, tradiciones, territorio y posibilidades, separados por una visión política del mundo divergente, han tenido un desarrollo económico y social distinto.
Corea del Norte es una potencia militar, en tanto sus habitantes están condenados a la miseria. Corea del Sur, cuando consiguió fortalecer su industria, se abrió a la competencia internacional y hoy es una potencia económica con uno de los niveles de vida mejores del Asia.
De igual manera, Corea del Norte derivó en una dictadura hereditaria que contradice las nociones más elementales de la demagogia igualitaria del sistema comunista. En tanto Corea del Sur, pese a que por siglos el país estuvo bajo el dominio de monarcas o sometido por el Japón imperial, fortaleció sus instituciones y mantiene un sistema democrático que le garantiza seguir desarrollándose en libertad y mejorando cada vez más la calidad de vida de su población.