El cómo de las reformas | El Nuevo Siglo
Martes, 12 de Julio de 2022

* Urge frenar la incertidumbre nacional

* Gobierno electo debe aterrizar agenda

 

La economía colombiana está navegando en un mar cada vez más picado. La escalada inflacionaria, el incremento en el precio del dólar, el nerviosismo bursátil y la desaceleración de la dinámica de negocios e inversiones tienen origen tanto en circunstancias externas como internas. Dentro de las primeras figuran la profundización de los efectos de la guerra en Ucrania, el temor por el repunte de la pandemia en China, las señales de alerta recesiva en Estados Unidos, el pico del costo de vida a nivel global y la montaña rusa de los precios de los hidrocarburos. Y en las segundas, además del coletazo a nivel local de las ya mencionadas, la principal es el escenario de incertidumbre política generado por el accidentado planteamiento de las reformas a implementar por el gobierno electo del presidente Gustavo Petro.

Si bien en campaña el candidato del Pacto Histórico delineó los ajustes que haría en materia política, económica, social e institucional, y estos se compendiaron en su programa de gobierno, tras su triunfo en las urnas era necesario ir más allá de la mera formulación de las reformas y pasar rápidamente a aterrizar los aspectos más puntuales de cada una de las modificaciones que se propone sacar adelante a partir, no tanto del 7 de agosto (día de la posesión presidencial), sino del mismo 20 de julio, cuando se instala el nuevo Congreso y la ahora coalición parlamentaria mayoritaria del Ejecutivo entrante planea radicar iniciativas clave en materia tributaria, agraria y de salud, entre otras.

Tras una contienda electoral en la que primaron los ataques personales más que los debates programáticos, y en medio de un clima económico mundial bastante convulsionado, lo primero que muchos sectores nacionales le pidieron al Jefe de Estado electo era que enviara señales prontas sobre cuál sería su equipo económico y cómo se empezaría a aterrizar el menú de reformas. Un llamado que se enmarcó, incluso, dentro del mismo escenario de “acuerdo nacional” convocado por Petro y el Pacto Histórico.

El mandatario entrante efectivamente empezó a designar, a cuentagotas, a los integrantes del gabinete, con algunos nombres de trayectoria y reconocida experiencia. Sin embargo, lo que se ha evidenciado es que varios de los ministros entrantes, si bien tienen claro qué es lo que busca cada reforma, no tienen definido el cómo se aplicarán esas modificaciones. Para no pocos analistas allí radica, en gran parte, la principal causa del clima de incertidumbre en el país respecto a lo que hará o no hará la próxima administración. Sin duda, es un asunto de graves implicaciones.

En el flanco tributario, por ejemplo, no hay claridad sobre cuál será el monto del ajuste impositivo, qué personas jurídicas y naturales se gravarán y el impacto del apretón de impuestos en el crecimiento de la economía, coyuntura fiscal, empresas, empleo, tasa cambiaria,  subsidios… Igual ocurre con la proyectada reforma agraria, en donde no está definido cómo será el nuevo mecanismo de distribución de tierras, el monto presupuestal que demandará, el modelo de sustitución de importaciones de alimentos ni el plan de choque antiinflacionario. En salud pasa algo similar, ya que se confunden las posiciones personales de la designada ministra sobre cómo reformar al sector, con las propuestas contenidas en el programa de gobierno de Petro. A ello se suma que en áreas tan sensibles como los de transición energética o Defensa, todavía no se conocen los ministros que manejarán estos temas. Y, por último pero no menos gravoso, es innegable que al no existir una base sólida y delimitada del contenido de cada reforma, sus alcances y líneas rojas, se han generado múltiples, confusos y desgastantes debates con base en el alud de entrevistas e incontenible actividad de los futuros integrantes del gabinete y los principales voceros del gobierno electo en las redes sociales…

¿Qué hacer? Es urgente contener el riesgoso clima de incertidumbre política, económica, social e institucional. Solo el Presidente electo y su equipo pueden hacerlo. Y para ello la principal vía es concretar, de una vez por todas, no solo el qué es lo que se quiere reformar, sino el cómo, cuándo y para qué de cada ajuste, con diagnósticos concretos sobre sus implicaciones y consecuencias. A una semana de arrancar el Congreso, esa es una exigencia apenas natural.

No hay que llamarse a engaños: si el país no sabe cuál es el rumbo y cómo se implementará la nueva hoja de ruta, será imposible generar un escenario de confianza o, al menos, de mediana certeza entre el sector privado y la ciudadanía sobre la agenda del gobierno entrante. Una falencia muy complicada.