- La seguridad alimentaria pasa ‘prueba ácida’
- Eje estratégico de políticas de pospandemia
Luego de tres meses de la emergencia sanitaria en Colombia por la pandemia del Covid-19 es claro que hay algunos sectores productivos que han evidenciado una alta capacidad de respuesta a circunstancias tan críticas y extraordinarias. Uno de ellos es, precisamente, el de la agricultura. No hay que olvidar que a comienzos de marzo, cuando se detectó el primer caso de este coronavirus en nuestro país, una de las principales preocupaciones, además obviamente de la prioridad por cuidar las vidas y salud de la población, era si el abastecimiento alimentario podía garantizarse en medio de la que ya se avizoraba como una cuarentena que se extendería varios meses.
Hoy, si bien es cierto que estamos en una de las fases más complicadas de la curva epidemiológica, se puede concluir que el agro ha sido el sector económico más dinámico en medio de la emergencia. Pese a las dificultades propias del confinamiento de la mayoría de los colombianos y de las limitaciones a las movilidades en casi todo el territorio, tanto los campesinos como el sector agroindustrial de pequeña, mediana y gran escala, han garantizado el suministro permanente de alimentos y vivieres, sin ningún tipo de escasez ni de situaciones dramáticas de especulación con los precios. La oferta en las principales centrales de abastos a nivel regional y local se ha mantenido en los niveles normales, pese a las dificultades registradas en algunas zonas por la disminución de personal para la recolección de cosechas y las trabas para el transporte de los productos hacia los centros de acopio.
Esa eficiencia agropecuaria no sólo está siendo reconocida a nivel nacional sino que incluso a comienzos del mes pasado se informó que Colombia pasó del puesto 51 al 43 en el Índice Global de Seguridad Alimentaria, registrando una puntuación de 69,4 puntos entre 113 países. Según la Unidad de Inteligencia de The Economist, los sistemas de producción en Colombia estaban evidenciando una alta resiliencia en medio de la emergencia sanitaria.
De igual manera en el último reporte del Dane sobre el crecimiento de la economía se confirmó que durante el primer trimestre de este año si bien el Producto Interno Bruto aumentó un 1,1%, con respecto al mismo periodo de 2019, el sector de la agricultura, ganadería, caza y silvicultura lo hizo a un ritmo de 6,8%, siendo el de mejor comportamiento, muy por encima de otros como el de la construcción y la industria manufacturera. Asimismo, las encuestas sobre comercio y consumo en medio de la emergencia sanitaria también han dejado ver que la demanda de alimentos repuntó sustancialmente frente a la caída de otros renglones de compras tradicionales de las familias. Sin embargo, no por esa circunstancia la inflación se disparó. Prueba de esto es que el precio de los alimentos apenas si creció en un 0,04% a mayo, contribuyendo de forma determinante a que el costo de vida en ese quinto mes de 2020 decreciera en 0,32%. Incluso si se revisan las últimas cifras de desempleo se encuentra que en donde la parálisis productiva derivada de la cuarentena menos golpeó fue, precisamente, en el sector rural, comprobando que el campo no ha parado de laborar para garantizar el suministro alimentario a toda la población.
Ese desempeño sobresaliente del agro en Colombia tiene mayor valía porque se dio en el marco de un escenario internacional en el que están imperando el cierre de fronteras marítimas, aéreas y terrestres como fórmula para frenar el nivel de contagios y decesos por la pandemia, lo que ha impactado de forma sustancial el comercio global de alimentos, tanto en materia prima como de los derivados y manufacturados.
Visto todo lo anterior es claro que el país está en mora de realizarle un homenaje al más alto nivel a los campesinos y a todo el sector agropecuario. Se trata de millones de hombres y mujeres que con su esfuerzo y labor, silenciosa pero imparable, han garantizado que los colombianos no estén pasando hambre ni sufriendo escasez de alimentos en medio de esta coyuntura sanitaria, sin duda la más grave de las últimas décadas.
En un mundo globalizado en donde el concepto moderno de seguridad alimentaria se ha convertido en un elemento estratégico de desarrollo de las naciones, Colombia una vez más confirma su potencial en este campo. Ello debe llevar a que las políticas macro y micro para el fortalecimiento del sector rural de nuestro país se agilicen de forma determinante, más allá de los apoyos e incentivos implementados en medio de la crisis por el Covid-19 que, incluso, no se irrigaron de forma generalizada en todos los nichos de producción. No en vano gran parte de los análisis que hacen los expertos sobre la “nueva realidad” de la pospandemia señalan que el agro será uno de los ejes estratégicos en la reactivación de las naciones.