*Tres mandatarias en crisis
*El caso crítico venezolano
El panorama político suramericano se muestra bastante movido en este primer trimestre de 2015. En Colombia, la polarización entre el gobierno Santos y la oposición alrededor del proceso de paz está en uno de sus picos más altos de los últimos años. En Venezuela, la crisis política, económica, social y de derechos humanos tiene al gobierno de Nicolás Maduro cada día más contra la pared y el riesgo de un rompimiento institucional es cada vez mayor. Tampoco es tranquilo el panorama para Evo Morales en Bolivia que acaba de perder en los comicios regionales del pasado domingo dos de los principales enclaves políticos de ese país, La Paz y El Alto. En cuanto a Perú, el gobierno de Ollanta Humala atraviesa una crisis diplomática con Chile debido a un presunto caso de espionaje de militares incas a favor de Santiago. Incluso ambos países retiraron sus respectivos embajadores. Por los lados del Ecuador, el presidente Rafael Correa se enfrenta a una oposición política cada vez más férrea y en varias zonas sus recientes políticas sobre regulación del uso del agua y la propiedad de la tierra han generado marchas y protestas ciudadanas. En Uruguay el hace poco posesionado presidente Tabaré Vázquez ya recibe algunas críticas y reservas por las medidas de ajuste y reforma frente a lo que fue la gestión de su antecesor José Mujica, cuya figura se sobrepone en el panorama político interno. Y en Paraguay el mandatario Horacio Cartes viene afrontando las protestas de un amplio sector del campesinado.
En las restantes tres naciones suramericanas, que tienen mandatarias al frente, por estos días la situación también es bastante candente. En Brasil, por ejemplo, la presidenta Dilma Rousseff enfrenta una crisis política y económica interna que tiene en alerta a toda la región e incluso al continente. El escándalo de corrupción en la estatal Petrobras, que apunta directamente al Partido de los Trabajadores (PT), el mismo de la Jefa de Estado y su antecesor Inácio Lula Da Silva, ha minado drásticamente el margen de acción política de la mandataria. A ello se suma que el panorama económico es bastante complicado y el fantasma de una recesión asoma con fuerza. Días atrás se informó que el Producto Interno Bruto al cierre del año pasado creció apenas 0,1% en 2014, lo que hace prever que con la crisis en los precios del petróleo y un sistema productivo local que ya evidencia la desaceleración, este 2015 podría ser muy crítico para la potencia suramericana. Las alarmas en el Mercosur están prendidas y el clima social empieza a agitarse de forma preocupante.
No menos complicada es la coyuntura para la presidenta chilena Michelle Bachelet, que afronta un escándalo político interno muy complicado derivado de las acusaciones contra su hijo mayor y la esposa de este por el presunto uso de información privilegiada y tráfico de influencias en un millonario negocio inmobiliario. Con apenas un año en el poder, el índice de desaprobación de la gestión de la mandataria subió a un nivel récord de 60 por ciento. A ello se suma que un temporal invernal en la zona norte austral ya dejó una decena de víctimas y casi 20 desaparecidos.
En cuanto a la presidenta argentina Cristina Kirchner, el agitado clima político al que se enfrenta luego del asesinato del fiscal Alberto Nisman, quien se alistaba a procesarla por presunto encubrimiento en el caso del atentado terrorista contra la mutual judía en 1994, no amaina. Si bien la denuncia contra la Presidenta ya fue desestimada por la justicia, las dudas sobre la actuación del Gobierno continúan. En medio de la polarización política la reelecta mandataria enfrenta ahora una huelga nacional de trabajadores y transportistas que exigen eliminar un impuesto a los salarios. A pocos meses de los comicios generales, el Gobierno gaucho tiene cada vez menor margen de acción y las fuerzas en el interior de las toldas oficialistas y de la oposición se mueven con mayor rapidez para posicionarse, ambas orillas paradójicamente prometiendo pasar la página del kirchnerismo.
Salvo el caso venezolano, por la profundidad de la crisis en lo político, económico y social, se puede concluir que los gobiernos del resto de países suramericanos tienen herramientas para solucionar sus coyunturas o, al menos, maniobrar en la tormenta. Sin embargo, es evidente que este 2015 arrancó muy movido para presidentes y presidentas, y aunque no existe todavía el riesgo de un rompimiento institucional en ninguna de esas naciones (con la excepción ya anotada), sí hay nubes preocupantes en el panorama inmediato de la región.