El voto irracional y el reflexivo
Hispanoamericanos serán clave
La anarquía y la protesta se han colado en el drama político español, por lo que parece contar más la pasión que la razón, las rivalidades viscerales que la ecuanimidad y la objetividad, en tanto la opinión se fracciona y polariza. Ese es el ambiente que ha primado en la antesala de los comicios regionales y municipales a realizarse mañana y cuyo resultado bien podría cambiar el escenario político ibérico en el corto y mediano plazos.
Son múltiples los análisis y conjeturas de los últimos días sobre lo que pueda pasar en las urnas. Incluso, como los extranjeros nacionalizados pueden votar, se especula sobre el rumbo del potencial de los hispanoamericanos en esta ocasión, puesto que, al tenor de las encuestas, hay una suerte de empate técnico entre el Partido Popular (PP) y el movimiento populista Podemos, en tanto que los sondeos vislumbran un panorama bastante sombrío para el Partido Socialista Obrero Español (PSOE).
Al decir de los analistas, el partido en el poder podría poseer una ventaja en el voto de la colonia de ascendencia suramericana, teniendo en cuenta que el jefe de gobierno ibérico se convirtió en el principal impulsor de la integración de los latinoamericanos en España, y gracias a su empeño está a punto de hacerse realidad el acuerdo que elimina la exigencia de visado a colombianos y peruanos en la Unión Europea. Es factible, por tanto, que el voto hispanoamericano se divida entre Podemos y las fuerzas gobiernistas, convirtiéndose en decisorio por primera vez en la historia de España. Amanecerá y veremos.
Es claro que esa nación europea registra la irrupción de sectores contestatarios que siguen abiertamente el modelo venezolano chavista de tomar el Estado por asalto y repartir la riqueza oficial, la misma que consideran es del pueblo, así como la privada, bajo la tesis radical de que es producto de la ‘inmisericorde explotación’ del hombre por el hombre. Para quienes se alinean en esa corriente política populista, emparentada con el llamado “Socialismo del siglo XXI”, lo fundamental es la toma del poder a como dé lugar. Incluso llegan al extremo de proponer que se comparta el poder con personas menores de 30 años y vetar, de paso, para ocupar cargos públicos y representaciones políticas a los mayores de esa edad, que consideran propensos a la corrupción y defensores del statu quo. Es decir, que no solamente alimentan una lucha implacable de generaciones, sino que convocan a la lucha de clases, lo que enrarece la política española, sin duda una de las más serias y maduras del viejo continente.
Esa percepción lesiva de la política se manifiesta con la tendencia de las diversas agrupaciones de izquierda española, tanto las vetustas como las nuevas, en el sentido de rechazar el análisis objetivo de la gestión del presidente Mariano Rajoy, quien ha recuperado la economía nacional a tal punto que la tiene en la vanguardia de la UE, incluso por encima de los porcentajes de crecimiento de Alemania. Un logro inapelable, sobre todo porque cuando asumió Rajoy la crisis era de tal dimensión que se temía que el país se hundiría en la quiebra económica y tardaría varios años y generaciones en recuperarse.
Lo cierto es que el Partido Popular prima actualmente en 11 de las 17 regiones del país, y espera conservar la mayoría de esas preeminencias, sabiendo que su rival no es la izquierda socialista, sino movimientos radicales como Podemos, cuyo discurso populista se ha venido desinflando en las últimas semanas, en tanto que su base política también ha buscado otros horizontes como la del movimiento Ciudadanos, ubicado más en la centro-derecha.
Por lo pronto es evidente que en España el bipartidismo parece empezar a ceder terreno definitivamente, a menos claro que la expectativa que ha despertado toda la campaña para las regionales y el efecto político que el resultado mañana en las urnas pueda tener en las legislativas del segundo semestre, lleve a una asistencia masiva a la jornada democrática.
Al igual que pasó recientemente en Inglaterra, en donde ganó contundentemente el gobierno conservador, que al igual que Rajoy se aplicó a una gestión económica responsable y positiva, los españoles arriesgan mucho en las urnas, pues están en juego la razón versus la pasión.