- El conmovedor pacifismo de Guaidó
- Llevar a Maduro ante la justicia
Las relaciones internacionales de la dictadura venezolana se restringen cada vez más. El aislamiento político y diplomático es casi total, salvo un puñado de naciones cuyo respaldo a la satrapía no solo es controvertido sino que, en la mayoría de los casos, esconde intereses económicos non sanctos. Se coincide en el mundo democrático que en ese país rige un gobierno chavista de facto, producto del fraude electoral y la presión violenta sobre una población empobrecida y desesperada que ha visto cómo cinco millones de sus compatriotas han huido de la represión y la hambruna en una nación que, se supone, tiene las mayores reservas de petróleo en todo el planeta.
Quedó en el pasado la época dorada aquella en que los venezolanos tenía un ingreso per cápita similar al de suecos y noruegos, y obviamente muy por encima del promedio suramericano. El delirante “paraíso socialista” a la cubana en Venezuela es un total fracaso y, por el contrario, convirtió a ese país en una gran prisión.
Los acontecimientos de los últimos días han evidenciado que, pese a las múltiples presiones y amenazas de todo laya, la Asamblea Nacional es el único poder legítimo, constitucional e institucional reconocido por el grueso de la comunidad internacional. De allí que Juan Guaidó, el presidente de la corporación, sea, a la vez, el Presidente interino del país, reconocido como tal por más de medio centenar de naciones de todo el mundo, con Estados Unidos, Colombia, la Unión Europea y la mayoría de las democracias de Suramérica a la cabeza. Todos esos gobiernos apoyan el retorno a la democracia y la legitimidad en Venezuela.
Aunque no hay mes en que se haya dejado de adoptar algún tipo de sanción política, económica o diplomática contra el régimen de Nicolás Maduro y sus principales alfiles en los tres poderes públicos que tiene cooptados, es claro que la dictadura no se ha debilitado lo suficiente y, por el contrario, cada vez más acude a la violencia y la represión política, judicial y electoral para tratar de contrarrestar a la oposición y a las masas que en las calles piden que cese la satrapía.
En medio de ello, el régimen incurre en los más diversos dislates y actitudes delirantes. Por ejemplo, esta semana el chavismo anunció que piensa demandar al gobierno de Estados Unidos ante la Corte Internacional de La Haya, alegando presuntos “crímenes de lesa humanidad contra el pueblo de Venezuela” debido a las sanciones adoptadas por Washington contra Maduro y compañía, que incluyeron en los últimos días a la aerolínea estatal.
Obviamente no hay la menor posibilidad de que la intención chavista progrese. Sin embargo, es claro que este anuncio debe servir de campanazo a instancias como la Corte de La Haya para que, por el contrario, acelere los procesos derivados de las demandas interpuestas allí contra Maduro por la gran cantidad de delitos de lesa humanidad que ha cometido en los últimos años.
Según los mejor informados, lo que buscan los chavistas con su delirante denuncia en La Haya, que encabezó el ministro de Relaciones Exteriores de Venezuela, es tratar de tender una cortina de humo frente a la maniobra criminal que impulsó esta semana el régimen contra Guaidó, su esposa y familia, que fueron agredidos por milicianos en una gresca montada en el aeropuerto Simón Bolívar de la Guaira. Aunque el Presidente interino, con valor inquebrantable, soportó los golpes y la asonada, es claro que estuvo en peligro su vida, pese a las advertencias que muchos gobiernos respecto a la obligación de la dictadura de no amenazar la integridad del líder de la oposición. La evidencia de esta celada es tal que al gobierno chavista le tocó ahora salir a ‘denunciar’ que Guaidó y compañía portaban elementos peligrosos, explosivos y chalecos antibalas en su equipaje. Un señalamiento que falso y que raya en lo ridículo.
De allí que resulte paradójico que apenas unos días después de que la Unión Europea y Washington le rendían homenaje a Guiado como campeón de la libertad y la democracia, el presidente de España, Pedro Sánchez, desconociendo que su país reconoce al líder de la oposición como Presidente interino, trató de reversar esa decisión política y reducirlo a jefe de la oposición. Todo ello suscitó la protesta de todos los partidos de la oposición por cuanto España no puede alinearse con gobiernos de facto, sin entrar en contradicción con los principios democráticos consagrados en la Constitución ibérica y sus socios europeos.
Visto todo ello, se entiende por qué la dictadura, maniobra tras maniobra, no hace más que evidenciarse como una satrapía que más temprano que tarde caerá y sus responsables irán a responder a la justicia por todos sus delitos.