* Economía en descolgada no genera trabajo
* El Gobierno apuesta por el decrecimiento
La tasa de ocupación laboral no es un elemento aislado en la economía. Por el contrario, es una consecuencia directa de la marcha del aparato productivo. En ese orden de ideas, que el desempleo haya crecido en marzo, hasta llegar al 11,3 %, una “variación estadísticamente significativa” frente al 10 % del mismo mes un año atrás, es muy preocupante, aunque, a decir verdad, era una circunstancia advertida por expertos, gremios y muchos sectores del país.
La razón de ese pesimismo anunciado no es otra que la evidente desaceleración de la economía colombiana. No hay que olvidar que 2023 cerró con un ‘pobrísimo’ crecimiento del 0,6 %, escapando por muy poco del escenario recesivo, en tanto que para este año los pronósticos de la banca multilateral, OCDE, Banco de la República, Gobierno y centros de estudios especializados apenas si superan levemente el 1 %. La proyección más optimista bordea el 1,5 %.
De hecho, aunque hace un par de semanas se reveló que el Índice de Seguimiento a la Economía (ISE) para febrero fue de 2,49 %, lo que llevó a que la cúpula del Ejecutivo indicara que ya se registraba un repunte productivo, los analistas precisaron que ese dato venía impactado por una circunstancia particular: el segundo mes de 2024 fue bisiesto y eso empujó el indicador hacia arriba, ya que sin ese día adicional el resultado no iría más allá del 1,3 %. Solo a mediados de mayo se conocerá el Producto Interno Bruto (PIB) del primer trimestre, pero las esperanzas no son las mayores. Incluso, en el trimestre la tasa de desocupación a nivel nacional fue de 11,9 %.
El panorama es muy complicado porque las cifras sectoriales de la industria, el comercio y el consumo de los hogares no son las mejores. La construcción, a su turno, sigue de capa caída. Según Camacol las ventas del primer trimestre fueron las más bajas de los últimos 15 años y el mercado se ha reducido en 46 % frente a los niveles de 2021-2022…
A ello se suma, que el recaudo tributario también decayó entre enero y marzo, en tanto que las encuestas de los empresarios denotan un pesimismo marcado para emprender nuevas inversiones o negocios, sobre todo por la incertidumbre generada por los alcances de las reformas pensional, de salud y laboral, así como por anuncios delirantes y fallidos como el de renegociar el pago de deuda de corto plazo con el FMI o el zarpazo a las vigencias futuras presupuestales.
Así las cosas, queda claro que el incremento de la tasa de desocupación es una consecuencia de una economía en plena descolgada. Es más, desde mediados del año pasado el desempleo ha venido creciendo, a excepción de un solo mes (enero). La informalidad, entre tanto, se mantiene por encima del 56 %, evidenciando que un porcentaje importante de la masa laboral se mantiene por fuera de los marcos legales de la seguridad social. Un panorama por demás oscuro precisamente este 1º de mayo, cuando se celebra en todo el mundo el Día del Trabajo.
Resulta innegable, que mientras el Gobierno no aboque un plan de choque real y efectivo para reactivar la economía pensar en que se genere empleo de calidad y permanente no pasa de ser una utopía. Por el contrario, los voceros del sector privado alertan que si la situación no mejora a corto plazo tendrán que pasar que la congelación de la nómina a despedir personal. En las semanas recientes, por ejemplo, la opinión pública se ha impactado por los anuncios de cierres de empresas de larga trayectoria por distintos motivos.
Si bien es cierto que la inflación ha venido disminuyendo de forma constante, llegando ya a 7,36 % anualizada, todavía es la tercera más alta en el subcontinente. A ello se agrega que el Banco de la República continúa −fiel a su política ortodoxa− muy cauteloso en la disminución de sus tasas de interés de referencia, a sabiendas que hay factores nacionales e internacionales que recomiendan una baja gradual de sus tipos para evitar presiones adicionales al costo de vida. Ayer, por ejemplo, las redujo en otros cincuenta puntos básicos, dejándolas en 11,75 %. Esta tendencia en política monetaria llevará a un incremento de la liquidez y abaratamiento de los créditos a corto plazo, pero dichos elementos por sí solos no reactivarán el aparato productivo de forma sustancial.
Es necesario −se recalca− que se implemente una estrategia de impulso a la economía desde el alto gobierno, lo que se ha urgido desde el año pasado sin que haya una respuesta favorable y tangible. Apenas acciones aisladas e insuficientes. Por el contrario, se insiste en una estrategia que busca marchitar la iniciativa privada, al tiempo que se anuncia una nueva reforma tributaria y se afecta la seguridad jurídica, vital para atraer inversión y crear un clima propicio para los negocios.
Visto ello, pareciera que la apuesta oficial no es otra que optar consciente y peligrosamente por el decrecimiento productivo. Mala, muy mala cosa.