*Efectos del darwinismo económico
*Alarma por creciente desindustrialización
El manoseado tema de la competitividad de la industria colombiana vuelve y juega; Michelin, la multinacional francesa, cierra la empresa nacional Icollantas, que había adquirido en 1998. Es un campanazo de alerta sobre lo que está ocurriendo y lo que podrá pasar con algunas industrias que no van a resistir la competencia con los países que tienen tecnología de punta y que abastecen los grandes mercados mundiales. En el caso de Icollantas se trata de una empresa emblemática que no solamente dio empleo a miles de colombianos durante varias décadas, y lo que se supone que fuera de abastecer parte del mercado colombiano, tenía capacidad para competir con éxito en el regional. La competencia con la producción foránea, y los costos en Colombia como materia prima, montos laborales, más la revaluación del peso de manera continua durante años golpearon severamente a la empresa, que invirtió grandes sumas de capital para mejorar la producción y superar obstáculos tecnológicos, así como efectuó numerosos cambios internos y se preocupó por mejorar el profesionalismo a sus empleados. En esas políticas de emergencia se dieron plazos más flexibles a los distribuidores y numerosas ventajas para impulsar las ventas. Sin que esos cambios consiguieran del todo su objetivo, todo lo cual agravó la crisis, hasta hacerse insostenible desde el punto de vista de la relación entre la producción y las ventas. Lo que ha determinado el cierre de la empresa y el fin del sueño de conservar el mercado interno y expandirse por la vecindad.
Los directivos de Michelin al dar a conocer la noticia de la salida del mercado de Icollantas como productores y el cierre de la planta industrial en Bogotá y la de Cali han explicado que seguirán participando en el negocio, pero a partir de ahora como comercializadores. Tal como se observa en este caso se repite lo que ya viene ocurriendo con numerosas empresas pequeñas y medianas, como en otras más grandes que se han tornado incompetitivas por los altos costos de la producción en el país, incluida la pesada carga tributaria que deben atender puntualmente. Deben sumarse a las diversas cargas y obstáculos de la producción industrial en el país, los problemas que genera el altísimo costo de transporte por carretera, la falta de trenes y el descuido en el que hemos caído en materia de navegación fluvial. Ya es un axioma que enviar cualquier carga de Bogotá a los puertos del Atlántico o del Pacifico por tierra es más caro que los costos de la misma operación desde nuestros puertos a terceros países como sería el caso de Japón o China.
La firma en cadena del tratado de TLC con diversas naciones del planeta de distinta capacidad y desarrollo industrial, sedes de empresas multinacionales con capacidad financiera superior a las de las compañías nuestras, les permite en ocasiones vender sus productos con créditos blandos y a menor precio del costo de los productores colombianos. Cuando se dan casos como estos caen nuestros industriales por reducir costos y hacer múltiples cambios en sus empresas y se tropiezan con la dura realidad de no poder vender a pérdida, como sí lo pueden hacer otros más poderosos con la finalidad de desplazarlos del mercado. Se trata del darwinismo económico, que es implacable y en su dinámica se lleva por delante a los más débiles.
Un simple repaso de las estadísticas y su análisis en materia de venta de llantas en nuestro mercado, nos muestran cuál es la realidad industrial colombiana en ese aspecto. Las cifras son elocuentes e indesmentibles, la competencia con las llantas chinas, sin entrar a analizar su calidad muestra que en muy poco tiempo, a partir del 2009 ellos vendían en el país 843.666 llantas, cubrían por entonces el 17% de nuestro mercado. Apenas en un año pasaron en el 2010 a vender 1.901.865 llantas y en el 2011 casi doblan esa cifra con 2.237.380. El mismo caso en aumento de las ventas se repite con Corea, lo que va estableciendo de manera implacable el predominio de los neumáticos asiáticos en sus ventas al país con las desastrosas consecuencias para la producción y el empleo nativo, en tanto no queda en pie sino la marca Goodyear, que en el mercado tiene una producción del 9% con 211.742 neumáticos. Lo que significa que los asiáticos han barrido el mercado en poco menos de 4 años. Lo que debe prender las alarmas en el Gobierno nacional para que no se repita el fenómeno con otros productos sometidos a competencia desigual y afectados por las políticas económicas locales, que podrían dar al traste con gran parte de nuestras industrias y empleos. Sin contar lo que puede ocurrir con los pequeños empresarios y lo que va a pasar casi de manera inevitable con la industria de autopartes para vehículos y la catástrofe que se anuncia en el caso de la industria del calzado que produce miles de empleos en Colombia y que a su vez sostiene miles de pequeñas empresas que no van a resistir el embate de la producción asiática.