En los últimos años el progreso tecnológico ha traído grandes transformaciones. Descubrimientos en áreas como las comunicaciones, han incidido en procesos industriales, financieros, culturales, agrícolas. En todas las actividades humanas las nuevas tecnologías digitales facilitan el trabajo y el resultado al final es mayor producción con mejor calidad.
Sin duda los inventos recientes han significado grandes beneficios para millones de personas. El mundo de hoy es totalmente distinto al de solo unas pocas décadas atrás.
La penetración de las nuevas invenciones de la era digital ha llegado a prácticamente todas partes con computadores, tabletas, celulares, Internet, y esto ha sido excelente para integrar todos los núcleos sociales. En la actualidad no hay aislamiento. Todos están comunicados aun en las más agrestes zonas, lejanas de las grandes concentraciones citadinas.
Es evidente que el desarrollo beneficia a millones de personas, que han subido en la escala de ingresos y bienestar. En las ciudades los avances son espectaculares, con crecimiento, monumentales proyectos de construcción de viviendas, hoteles, centros comerciales, factorías, lo cual contribuye en gran proporción al incremento de empleos que, sin embargo, no alcanza a satisfacer la enorme demanda de plazas de trabajo, en especial en las naciones pobres, donde millones de personas pugnan por encontrar en qué ocuparse.
En Latinoamérica, el crecimiento de las ciudades es de características magnas. Grandes conjuntos habitacionales, edificios de atrevida arquitectura surgen por todos lados. La dinámica no se detiene. Es el signo de estos tiempos: una idea fija de ir hacia metas cada vez más promisorias. En los países latinoamericanos, la meta ahora es hacia arriba en industria, en servicios, más en unos que en otros, pero en general los propósitos son de amplio espectro. Y esto es de destacar teniendo en cuenta la competencia de gigantes como China.
El progreso es lo que siempre se busca. No obstante en todo este cambio que se ve en las ciudades hay algo que es necesario ponerle cuidado y actuar, la inequidad. Mientras en las urbes, amplios segmentos de población se superan, millones siguen en la miseria. El panorama de metrópolis cada vez más desarrolladas, pero rodeadas de cinturones de pobreza, de marginalidad y de carencias, debe poner a pensar a gobiernos y líderes en estrategias para evitar que siga aumentando la distancia entre la opulencia y la inopia.