Cada vez que un deportista colombiano triunfa en el exterior, millones de compatriotas se llenan de orgullo. Escuchar las notas patrias o ver la bandera de nuestro país en las ceremonias de premiación hinchan el corazón y en no pocas ocasiones las lágrimas afloran. Son sensaciones que, afortunadamente, experimentamos con una frecuencia cada vez mayor, gracias no sólo a la calidad de nuestros atletas en las distintas disciplinas sino a que, además del apoyo real del sector público, la empresa privada ha visto en el deporte un canal de publicidad y posicionamiento de marca muy efectivo.
La gesta ayer del ciclista colombiano Rigoberto Urán en el Giro de Italia, en donde no sólo ganó la difícil etapa contrarreloj sino que asumió el liderato de la que es considerada la segunda prueba por etapas más importante del mundo, hizo revivir aquellas viejas épocas en las que todo el país vibraba con las hazañas de los llamados “escarabajos” en las carreteras europeas. Hazañas que ya desde el año pasado volvieron a asomar con las actuaciones del propio Urán al coronarse subcampeón en el Giro así como de Nairo Quintana quien hizo historia al llegar al podio en el Tour de Francia.
Actuaciones espectaculares que se suman a la campaña que nuestra selección de fútbol mayores cumplió en las eliminatorias suramericanas que se cerraron a finales del año pasado y llevaron a que el país esté hoy por hoy a escasas semanas de ver a Colombia otra vez en la máxima cita deportiva en todo el planeta, después de unos Juegos Olímpicos: un Mundial de fútbol, en esta ocasión en Brasil.
Ese mismo balompié es el que ha permitido ver las banderas colombianas en celebraciones de títulos tan importantes como la reciente del español Sevilla al coronarse campeón de la Liga de Europa, con Carlos Bacca como ficha clave. O del título del River Plate en Argentina días atrás, con tres jugadores de nuestro país en sus filas: Teo Gutiérrez, Carlos Carbonero y Eder Álvarez Balanta. Y qué decir de Jackson Martínez al coronarse máximo goleador en Portugal o que Adrián Ramos fuera considerado como el mejor jugador en una liga de elite como la alemana, por encima de las estrellas del Bayern Munich. Tampoco se puede dejar de lado lo hecho por Juan Fernando Cuadrado en Italia, que lo tiene hoy en la mira de los mejores equipos del mundo. James Rodríguez, a su turno, compitió por el título del mejor futbolista de la temporada en Francia…
El tenis también ha dado mucho de qué hablar en las últimas semanas, sobre todo por Santiago Giraldo, quien días atrás apareció en el puesto 34 de la ATP, el más alto de un colombiano en la historia. Y no era para menos tras haber llegado a la final del ATP 500 de Barcelona y a cuartos de final del Masters 1000 de Madrid.
La camada de automovilistas colombianos en el exterior también ha dado varias buenas noticias al ganar o estar en los puestos de avanzada de distintas categorías de máxima velocidad en todo el mundo.
Pero las buenas noticias no terminan ahí. Deben sumarse los triunfos de Mariana Pajón y Carlos Oquendo en el reciente Campeonato Continental Latinoamericano de BMX en Ecuador. O las actuaciones destacadas de nuestros créditos en la Grandes Ligas de béisbol en Estados Unidos o las siempre exitosas participaciones del patinaje en nivel externo…
Cada medalla, título, campeonato, distinción o actuación sobresaliente de los deportistas colombianos es, de lejos, nuestra mejor carta de presentación en el extranjero. No hay gestión diplomática o publicitaria que supere su impacto en materia de buena imagen y reconocimiento. Ellos, los deportistas, son nuestros mejores embajadores.