Defensa de la democracia | El Nuevo Siglo
Domingo, 15 de Junio de 2014

*El orden contra el desorden

*Deberes y derechos civiles

 

 

Como  reconocen los historiadores, que ahondan en los orígenes de la formación de la nacionalidad, es evidente que la misma se arraiga desde cuando entra a formar parte del modelo occidental que introdujo el Adelantado Gonzalo Jiménez de Quesada en lo que denomina Nueva Granada. La distancia entre esta parte del mundo y España determina que para conservar dominios tan extensos se adopten medidas descentralizadas de las que apenas la Península había explorado con tan positiva eficacia. Se trata del manejo del gobierno local por parte de los Ayuntamientos y alcaldes, que en España junto con los fueros había tomado tal trascendencia que un Rey tan poderoso como Felipe II, se veía obligado a pedir permiso al Ayuntamiento de Valencia para reclutar jóvenes para la guerra. Fueron esas instituciones municipales que se trasladaron a estas regiones las que sembraron el orden y le dieron un gigantesco impulso a la creación y extensión de aldeas y pueblos en Hispanoamérica, multiplicando en poco tiempo la población y allanando la posibilidad de que españoles y criollos, afincados en los solares urbanos, se gobernasen en lo que atañe a la vida colectiva municipal en sociedad. Allí están los orígenes del gobierno democrático local, que atañe a los aspectos políticos, económicos, administrativos y de policía de los habitantes. En tiempos en los cuales ni los pueblos europeos ni los de aquí intervenían en asuntos de  política exterior, la diplomacia era secreta y en algunas regiones del planeta aun las más civilizadas la libertad era planta exótica, como lo hemos señalado algunas veces. Durante la invasión de España por las tropas de Napoleón, tanto allí como aquí se apela a los cabildos para sustentar una precaria legitimidad democrática, citadina, autonomista y  popular frente a la ocupación de parte de España y la prisión de los monarcas legítimos.

Los cabildos abiertos en nuestra región proclaman su fidelidad a la Corona, en tanto los criollos abogan por mayores prerrogativas en las Cortes de Cádiz, que no tienen mayor efecto en la región. Lo que va a conducir a un torpe intento de reconquista de Hispanoamérica que termina en un baño de sangre por cuenta del general Morillo, que no estaba al tanto de que quienes sostenían el sistema aquí eran los criollos en alianza con las autoridades españolas. Ignoraban que no pocas de las fortalezas que facilitaban el predominio español eran financiadas y construidas por criollos, que la defensa de Cartagena que hizo con tan notable valor el almirante Blas de Lezo, contó con  el apoyo de oficiales criollos y de la sociedad civil lugareña, la que desde el Cabildo se organiza para defender el Imperio Español en América, su ciudad y sistema de vida. Como se recuerda el Almirante español se enfrenta a la Flota del almirante Edward Vernon que intenta tomarse la ciudad amurallada con195 navíos; esa ha sido la más grande flota enviada por Europa con fines bélicos y de conquista, apenas superada siglos después por la Armada de los aliados que desembarcan  en Normandía. En esa acción heroica de la defensa de Cartagena frente a un enemigo tan poderoso, se demostró la unidad que existía hasta el momento entre españoles y criollos, que seguían la misma divisa y estaban unidos en los cabildos.

La Ilustración y la expansión de las ideas de Rousseau, de Voltaire, de los racionalistas van a socavar la tradición que había sostenido el sistema por siglos. Lo mismo pasará después con Kant, incluso con los seguidores de Marx, que también es de estirpe racionalista y utopista. Esos utopistas de la Ilustración minan nuestra incipiente democracia, lo mismo que los imitadores de Solón que se oponen al democesarismo del Libertador Simón Bolívar, que pretendía fortalecer el Estado. Gracias al Libertador que aun cuando asume la dictadura lo hace, temporalmente, para restablecer la democracia y tratar de fortalecerla, no deriva Colombia al caudillismo vulgar que imperó en casi toda la región, él defendía como el que más la democracia posible en países en los cuales los únicos antecedentes de la misma estaban en los cabildos. Gracias a su esfuerzo y empeño, tan grandes como sus hazañas militares, se consigue implantar la democracia entre nosotros. Aún hoy otros países de Hispanoamérica no conocen lo que es la democracia. Las elecciones son una farsa, los gobiernos persiguen la prensa libre, los partidos políticos sufren la prisión de sus jefes, las bases son encarceladas, torturadas y golpeadas. En Colombia, la democracia aún imperfecta es la gran conquista que debemos defender hoy  en el momento de votar. Se trata de salir copiosamente a sufragar y cumplir ese deber cívico de refrendar nuestros derechos y deberes en democracia.