Sesión Especial de abril, clave para Colombia
Entre viejas estrategias y nuevas realidades
Una de las citas internacionales más importantes de este año para Colombia será la Sesión Especial de la Asamblea de la Organización de Naciones Unidas sobre la problemática de las drogas. Se trata, sin duda alguna, del máximo escenario en el que se discutirá si debe abocarse un cambio en el enfoque de la lucha contra ese flagelo o si, por el contrario, se ratificarán las bases de la estrategia de combate al narcotráfico formulada hace ya varias décadas.
Para un país que como el nuestro ha sido el que más sacrificios y esfuerzos ha hecho a nivel global para acabar con la producción y tráfico de estupefacientes, perdiendo una gran cantidad de vidas en el proceso, las conclusiones que marque esa Sesión Especial serán muy importantes. Ello no solo porque fue el Gobierno colombiano el primero en pedir, desde la Cumbre de las Américas, en Cartagena, que el debate sobre el nuevo enfoque antidrogas saliera de la esfera académica y teórica en que había permanecido en las últimas dos décadas, para aterrizarlo ahora al más alto nivel geopolítico, sino porque en los últimos años las medidas de despenalización del consumo, la producción y el comercio de alucinógenos han ido avanzando de manera sustancial en distintos países, poniendo en evidencia la contradicción que significa que mientras a un campesino en nuestra nación hay que encarcelarlo por tener sembradíos ilícitos, en otras latitudes no existe ningún tipo de castigo. Además de lo anterior, este debate ya no se da frente a las flexibilizaciones sobre el tema de las drogas en Estados Unidos o el norte de Europa, sino que la contrastación ahora es con el mismo vecindario suramericano, como lo prueba el hecho de que Uruguay avanzó ya hacia la regulación de la producción y comercio de la marihuana.
En la entrevista de este Diario, a comienzo de la semana, al Ministro de Justicia, quedó en evidencia que Colombia espera que el análisis en la ONU sea profundo y determinante, sobre todo porque pese a los múltiples esfuerzos para acabar con este flagelo, dentro de una estrategia marcadamente represiva, la evidencia es contundente en torno a que el narcotráfico muta rápidamente y se adapta con sorpresiva y desilusionante facilidad a las distintas ofensivas policiales, militares y judiciales para combatirlo de manera efectiva y definitiva.
No deja de ser coincidencia que esta Sesión Especial se dé casi de manera paralela a la celebración de los quince años del Plan Colombia, a todas luces la estrategia trasnacional más importante en la lucha contra los carteles de la droga aplicada en el continente americano en este siglo. Una estrategia que si bien ha sido ponderada por haber evitado que Colombia terminara cayendo al abismo del “estado fallido” en cuya orilla se encontraba en 1998, pero que también ha sido criticada por el hecho de que nuestro país todavía continúa como el mayor productor y exportador de cocaína, en tanto que los índices que consumo interno de estupefacientes aumentaron progresivamente en los últimos años.
Más allá de las posturas que se tengan en torno a si debe enfatizarse o reformarse la lucha antidroga a nivel global, hay elementos que, objetivamente formulados, justifican la necesidad de un análisis de fondo sobre esta problemática. En primer lugar, está la aparición y el mercado creciente de las llamadas drogas “sintéticas”, lo que ha terminado por volver arcaico el pulso de posturas en torno a si lo que debe legalizarse o despenalizarse son las “drogas blandas” o las “drogas duras”. Tampoco décadas atrás, cuando se formuló la actual estrategia, existía la cantidad de presos por narcotráfico que hoy llenan los penales a nivel mundial. Por igual no era entonces el tráfico de estupefacientes la industria trasnacional de hoy, sobre todo en relación a otros grandes delitos asociados, que van desde el lavado de activos, pasan por el contrabando de armas y terminan en la financiación del terrorismo internacional.
Acorde con lo anterior, se entiende el por qué la Sesión especial de la ONU de abril próximo será un escenario determinante para Colombia. Aunque algunos analistas han tratado de asociar esta discusión con la recta final del proceso de paz, lo cierto es que, por el momento, son dos escenarios distintos que no conviene condicionar ni vincular mientras que en La Habana no se firme un acuerdo final y este sea efectivamente refrendado por la ciudadanía. En la Sesión Especial se buscan consensos reales, en tanto que en Cuba todo todavía es expectativa.