El operativo que llevaron a cabo el pasado miércoles las autoridades de Colombia y Brasil contra la minería criminal en zonas de la frontera es importante por tres elementos principales.
Por un lado, porque se les dio un golpe contundente a las actividades de extracción ilícita de oro en casi una veintena de sitios en el área estratégica del río Amazonas.
Denominada “Maloca Grande”, los focos de explotación neutralizados podían extraer mensualmente más de 23 kilogramos de oro, con costo superior a 1,5 millones de dólares. Recursos que financian, a su turno, las armas y logística de organizaciones criminales de amplio espectro, como la llamada “Familia del Norte”, una de las más peligrosas del país vecino.
Como se ve, no se trata de minería informal, sino de mafias organizadas y armadas que se imponen a sangre y fuego en esos sitios para dominar el lucrativo negocio. De allí que la misión aérea, fluvial y terrestre de las fuerzas policiales de ambos países resultó determinante y envía un mensaje fuerte a otros focos de este crimen en la cuenca del afluente más importante del continente.
La cantidad de maquinaria destruida (19 dragas de alta capacidad cuyo costo se acerca a los trece millones de dólares), así como de insumos decomisados durante la operación, que fue catalogada como “histórica”, evidencia que se trata de estructuras delincuenciales de amplio espectro que mueven grandes cantidades de dinero derivadas de la explotación ilegal aurífera.
En segundo término, es evidente que la minería criminal es uno de los mayores flagelos de contaminación y depredación ambiental. Se calcula que los sitios intervenidos lanzaban más de 114.000 gramos de mercurio al mes en los ríos Puré y Pureté, vertientes del Amazonas. No hay que olvidar que esta sustancia química se utiliza para separar el oro de otro material y es altamente peligrosa para la biodiversidad y la sobrevivencia de comunidades indígenas y campesinas circundantes. Proteger el bioma amazónico es vital en momentos en que el cambio climático aumenta su impacto y esta cuenca multinacional continúa siendo, pese a la deforestación y otras amenazas, el principal pulmón del mundo.
En tercer lugar, esta clase de operativos binacionales deberían extenderse también a otras fronteras del sur y el oriente del país, ya que allí también hay muchas operaciones mineras ilegales, que no solo afectan el medio ambiente y generan violencias cruzadas, sino que roban billonarios recursos a los Estados.