* Duda global que no se ha despejado
* Amenaza pandémica sigue latente
Si bien es cierto que la pandemia de covid-19 se encuentra en una de sus fases menos críticas, después de dos años y medio de crisis global en la que se tienen contabilizados más de 534 millones de contagios y 6,3 millones de vidas perdidas, en modo alguno se puede dar por superada la emergencia sanitaria, social y económica más grave de las últimas décadas.
De hecho, la Organización Mundial de la Salud (OMS) continúa insistiendo en que hay un preocupante aumento de la positividad del coronavirus en distintos países. China, debido a los confinamientos poblacionales recurrentes de las últimas semanas en ciudades como Shanghái y otras provincias, es el principal ejemplo de que la amenaza pandémica continúa presente.
En el caso de nuestro continente, por ejemplo, la Organización Panamericana de la Salud advertía al comienzo de este mes sobre un aumento tanto de los casos como de las muertes, con un incremento del 43,1% de infecciones en Suramérica y del 21,3% de las muertes en Centroamérica. Es más, en algunos países del cono sur ya se habla de una posible “quinta ola” del coronavirus, especialmente de la variable ómicron, que si bien tiene una velocidad mayor de infección no tiene, afortunadamente, una tasa de hospitalizaciones y fatalidades muy alta. Sin embargo, la temporada invernal en buena parte del hemisferio, especialmente por los efectos del fenómeno climático de La Niña, ha provocado un incremento de la influenza y las enfermedades respiratorias agudas en varias naciones, cuyos síntomas básicos son muy parecidos a los de la infección por coronavirus. En Colombia, por ejemplo, ayer el Ministerio de Salud volvió a alertar sobre un leve incremento de contagios y fallecidos en las últimas semanas, llamando una vez más a la población a completar sus esquemas básicos y dosis de refuerzo en materia de vacunación.
Precisamente todo lo anterior no solo reafirma la prioridad vital de mantener la guardia arriba ante la pandemia, sino de continuar investigando sus orígenes, pues ello permitiría una mejor comprensión de la evolución del virus, cepas y variantes, lo que a su vez se traduce en el perfeccionamiento de las vacunas y tratamientos.
Sin embargo, en esa dirección el panorama sigue complicado. Al menos así se desprende del nuevo informe dado a conocer ayer por la OMS en torno a las causas de la pandemia. De acuerdo con los 27 expertos del Grupo de Asesoramiento Científico sobre los Orígenes de los Nuevos Patógenos, faltan datos clave para “comprender completamente” cómo comenzó esta crisis sanitaria global. Reiteraron que no hay información lo suficientemente concluyente para establecer cómo se introdujo el coronavirus en el mercado de Huanan, en Wuhan (China). Tampoco se ha determinado dónde se produjo el evento o eventos de contagio inicial. Es más, si bien una de las hipótesis es que el consumo de un animal infectado habría sido el vehículo de contagio del covid-19 al ser humano, aún "no se han completado los estudios de seguimiento para identificar las posibles fuentes animales de las que podría haberse originado la contaminación ambiental".
Para esclarecer el tema sería necesario hacer un completo mapeo de los animales que se vendían en el señalado mercado, su origen, método de transporte e incluso la elaboración de estudios genéticos de coronavirus en especies de la fauna silvestre en Asia y el resto del mundo para identificar “nuevas pistas sobre huéspedes ancestrales o intermedios”.
Dado lo anterior, no se ha podido confirmar ni descartar la hipótesis de que el virus pudo haberse desarrollado en un laboratorio y escapó accidentalmente del mismo, iniciando así el brote pandémico.
Aunque China reaccionó ayer contra esta última hipótesis e incluso insinuó que podría estar motivada políticamente, lo cierto es que mientras el gigante asiático no proporcione a la OMS toda la información que se requiere para rastrear el origen primigenio del covid-19 y cómo finalmente contagió al ser humano, no se puede descartar ninguna posibilidad.
Así las cosas, queda claro que a dos años y medio del inicio de la pandemia la ciencia todavía no ha podido descifrar el cómo, cuándo, dónde y por qué del origen del covid-19, lo que continúa siendo una circunstancia muy riesgosa, no solo porque la amenaza sanitaria sigue vigente, cobrando vidas todos los días, sino porque evidencia una alta capacidad de mutación. Ello implica un nivel de riesgo muy significativo, ya que la vacunación global continúa siendo muy desigual. Sí, claro, las vacunas desarrolladas en un tiempo récord han mostrado una efectividad, pero hay muchas incógnitas sobre el nivel de inmunidad que proporcionan y qué tan eficaces son contra las nuevas cepas y variantes. Mientras no se despejen esas preguntas, el peligro seguirá latente.