* No confiarse en baja de contagios y muertes
* Acelerar vacunación y mantener bioseguridad
La pandemia del covid-19 no se detiene. Tras varias semanas con la variante ómicron como la dominante en Colombia, el jueves pasado el país superó la barrera de los seis millones de personas contagiadas en tanto que se acerca a las 137 mil muertes en casi dos años de crisis sanitaria.
Como lo había previsto el Ministerio del ramo, este cuarto pico del coronavirus comienza a ceder, aunque con distintos ritmos en el territorio nacional. De hecho, tras dos semanas en que se reportaban más de doscientos decesos cada 24 horas, la curva epidemiológica comenzó a ceder en los últimos días, con una caída sustancial en nuevas infecciones y un poco más lenta en cuanto a víctimas fatales. También han disminuido tanto la tasa de positividad como el número de casos activos. De igual manera, se reporta que, afortunadamente, la cantidad de pacientes covid-19 que han requerido hospitalización e ingreso a las Unidades de Cuidado Intensivo es sustancialmente menor a los promedios de los primeros tres picos, e incluso son otras las patologías que priman en estos servicios médicos especializados. Aun así en regiones como Cauca, Meta y Risaralda las alertas siguen prendidas.
Es evidente que el avance del Plan Nacional de Vacunación, que el próximo jueves cumple un año de iniciado, es la pieza clave en la contención del pico pandémico. Las estadísticas señalan que ya son más de 74 millones de dosis aplicadas y los colombianos con esquemas completos de inmunización se acercan a los 33 millones. No menos destacable es que más de 6,7 millones de dosis de refuerzo se han administrado a todos los grupos poblacionales… Es claro, entonces, que la cobertura y sistema de vacunación no solo han demostrado un alto nivel de efectividad para evitar casos graves de covid-19 en lo corrido de este año, sino que decisiones como la combinación de biológicos (gracias a la alta disponibilidad de las distintas marcas) han permitido aumentar y alargar los niveles de inmunidad, pese a que a mediados de enero se disparó el volumen de contagios y reinfecciones.
Ahora bien, la amenaza sanitaria se mantiene y, por lo tanto, los niveles de alerta en modo alguno pueden flexibilizarse. Confiarse en que la curva de casos nuevos y muertes ha disminuido es muy riesgoso. No se puede perder de vista que el volumen de pruebas de detección ha caído gradualmente, ya que la primera recomendación para las personas que presentaran síntomas indicativos de ómicron fue la de aislarse por una semana y solo acudir a los servicios médicos en caso de presentar un cuadro grave de afectación. En ese orden de ideas, las estadísticas sobre volumen de contagios terminan siendo relativas, más aún frente a una variante del coronavirus con una capacidad de transmisibilidad.
De otro lado, si bien el regreso a la presencialidad educativa no disparó el pico epidemiológico como se alcanzó a temer, es claro que ello se debe a los avances en la vacunación de menores de edad y los protocolos de bioseguridad en escuelas, colegios y universidades. Sin embargo, debe tenerse en cuenta que todavía hay más de tres millones de niños que no se han inmunizado. Por igual, hay un porcentaje de personas mayores de 18 años que tampoco se han aplicado la dosis de refuerzo pese a la alta disposición de biológicos en todo el país.
De otro lado, por más que ómicron tenga una baja tasa de hospitalización y de fallecimientos, no hay certeza todavía sobre cuál será el comportamiento de la pandemia, sobre todo frente a la subvariante AB2, de la que poco se sabe a nivel global. En algunos países que ya habían cantado victoria e incluso anunciado que pasaban a fase endémica de covid-19, los casos se han disparado de nuevo, obligando a reinstalar algunas restricciones sanitarias.
En ese orden de ideas, resulta obvio que no se puede cantar victoria en Colombia. Vamos bien, al punto que un estudio esta semana ubicó al país en el puesto 13 a nivel global en materia de cobertura de vacunación. Sin embargo, la emergencia se mantiene. Es imperativo que no se continúe relajando la aplicación diaria y consciente de medidas de autocuidado, como el uso del tapabocas, lavado de manos, distanciamiento social y aislamiento preventivo en caso de sospecha de contagio. Por igual, aunque se están aplicando entre 300 y 350 mil dosis diarias, hay que apretar el acelerador de la vacunación, sobre todo para completar esquemas y refuerzos. Incrementar la búsqueda activa de los no vacunados es más urgente en estos momentos por el riesgo epidemiológico que representan.
La batalla se va ganando, es claro. Pero el covid-19 ha demostrado ser un enemigo imprevisible y traicionero, que ataca cuando ya se le cree derrotado o disminuido. No hay que darle oportunidad.